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Los discípulos de mis maestros también son mis maestros
Como tú. Sin ir más lejos. Y me mirarás extrañado. Tanto, como cuando Thay nos recuerda que el verdadero maestro está en nosotros mismos. Mirarás con cierta desesperanza de no saber por dónde empezar, dónde mirar, dónde ir a beber o dónde apoyarte. Un día fuiste capaz de abrir tu corazón y dejar salir tu sufrimiento en forma de palabras, para ser compartido en el círculo del Dharma. Esa fue tu primera enseñanza. Esa tal vez, fue mi primera inspiración. Dejaste claro que es posible, porque no fueron las bonitas palabras del orador las que lo permitieron, sino tu valentía, tu apertura y la confianza en ti misma. Otro día hiciste tu pregunta con todo su sentimiento. Esta no tenía retórica ni base científica que la elevara a la excelencia. Fue simplemente la expresión de tu lío, de tu apego o de tu malestar. Qué claro me quedó, aún habiendo olvidado la respuesta que nos brindó el maestro, qué claro me quedó saber que siempre hay una salida para ventilar el sentimiento que llevamos dentro. O aquella ocasión en la que me abrazaste y tan siquiera sabías mi nombre. Pero yo sentí tu reconocimiento, tu presencia y tu respiración.

Tu dolor es mi dolor
Cuando oigo tus gritos, si agudizo mi escucha, siento el susurro de tu sufrimiento. Te miro profundamente y comprendo que me resulta más fácil ver tu rabia, que no la mía. Aceptando tu malestar, me acerco a ti, y me ayuda a comprender que los dos estamos ahí. Cuando en mi comunidad, familia, grupo de trabajo o de amigos hay enfrentamientos o conflicto, puedo notar el malestar que corre por mi interior. A pesar de que la bronca no vaya conmigo, aunque no sea yo el aludido, aunque nadie mencione mi nombre, yo estoy ahí, consumiendo dolor. Cuando el conflicto estalla produce un estruendo terrible y aunque sea sólo por el ruido que emite, nos ayuda a reconocer que algo no anda bien. Puede dar pereza o miedo, pero habrá que ocuparse de ello. Cuando el conflicto subyace oculto entre banalidades, posturas y discursos, un castigo se cierne sobre nosotros. Es el castigo de la incomprensión. Dolor sin nombre. Discusiones sin destino. Sufrimiento gratuito. Thay siempre nos recuerda que no va a ser fácil, que la hermandad es lo más bonito que podemos generar entre nosotros porque es un fruto exclusivo del árbol del amor. Y de la dificultad surge su esplendor. Nuestra práctica
Armonía en nuestro hogar / Alegría en el mundo
Las frases de práctica son unos pareados que tradicionalmente se escriben para el Año Nuevo Lunar (o Tết en vietnamita), que se celebran todos los años en Plum Village. Nos hace felices publicar las nuevas frases de práctica de Plum Village para celebrar el próximo Año Nuevo Lunar del Cerdo. La frase es un regalo poético que podemos imprimir y poner en una pared como recordatorio para practicar la plena conciencia. Se puede combinar el pareado con la respiración. Por ejemplo, podemos contemplar el primer verso, “Armonía en nuestro hogar” mientras inhalamos, y el segundo verso “Alegría en el mundo” mientras exhalamos. Estas palabras no son una mera declaración: son una aspiración de vida que deseamos alentar. En los centros de práctica de Plum Village de todo el mundo, imprimimos estas caligrafías (manteniendo la forma de diamante), las pegamos en tarjetas de colores y las colocamos en los comedores, en las salas de meditación y en las habitaciones como preparativo para celebrar el Año Nuevo Lunar. Las colgamos (con la ayuda de un pequeño hilo de algodón) de ramas ya florecidas de membrilleros japoneses y ciruelos con las que alegramos nuestras habitaciones. Una antigua tradición renovada de forma creativa.Los pareados para
Poema de la hermana Hôi Nghiêm
Hay momentos en los que querría que sufrieras,por temor de que, si no, puedas limitarte a transitar, indiferente. Hay momentos en que querría que cometieras errores,para que tu corazón sea más acogedor y compasivo. Hay momentos en que querría que tuvieras la experiencia del cambio,por temor de que te puedas volver inflexible. Hay momentos en que querría que fueras silencioso y tranquilo,para que tengas profundidad cuando te ríes o hablas. Hay momentos en que querría que tuvieras que esperar largo tiempo,para que sepas lo que es la paciencia. Hay momentos en que querría que fracasaras,por miedo de que te puedas volver arrogante. Hay momentos en que querría que fueras vago,por miedo de que enloquezcas por el estrés. Hay momentos en que querría que cantaras,para que puedas aplacar la pena profunda que no puede ser nombrada. Hay momentos en que querría que te apiadaras de ti mismo,para que aprendas a volver a ti y a cuidarte. Hay momentos en que querría que cayeras enfermo,por miedo de que no sepas tener empatía por los demás. Hay momentos en que querría que padecieras una tempestad,para reforzar la fraternidad de tus hermanos y hermanas. Hay momentos en que querría que cerraras los ojos,para que