En el verano de 2003 quien esto suscribe decidió ir al retiro de verano de Plum Village sin tener ni idea de lo que iba a encontrarse allí. De momento me encontré con que no había ningún otro español y que en el grupo internacional donde me colocaron se hablaba inglés… y no me enteraba de nada. Con tal despiste no era raro que me perdiera más de una actividad. Yo deambulaba por allí, todo hay que decirlo, más desorientado que un pollo en una discoteca.
Me dediqué a observarlo todo, ya que no podía hablar con nadie, a ir de acá para allá como un trompo.
Como estaba atento a los gestos y no a las palabras, cuando vi un día a Thay borrar la pizarra en una charla de Dharma, un servidor, que es docente, se dio cuenta de que estaba ante un verdadero maestro.
Me explico: A todo profesor le estorban las palabras ya escritas en la pizarra cuando ya ha terminado la explicación correspondiente, por eso se apresta raudo y veloz a borrar lo que ya no le sirve. Es un tiempo perdido, una pausa inútil antes de proseguir con el tema. Nadie presta atención a tan nimios gestos. Pero Thay borró aquella pizarra como si fuera el acto más importante de su vida, dándole significado a lo que nosotros despreciamos. Para él no había discriminación entre lo que se supone importante (la explicación) y lo que suponemos que no lo es (las palabras de la pizarra que van a ser borradas una vez finalizada la explicación).
Ese gesto me ha cautivado para siempre. Yo sé que Thay es mi maestro no por lo que dice, sino por lo que hace, porque sus actos son consecuentes con sus palabras.
Al final tuve que agradecerle a mi impericia en la lengua inglesa y a la falta de traductor ese año el haberme facilitado la posibilidad de reconocer a mi maestro. Ya veis… no hay mal que por bien no venga.
Goyo, Sangha de Sevilla