Suscríbete a nuestra NEWSLETTER

Dando voz al colectivo LGTBI+ en nuestra Sangha – Enrique Puyalón (True Silent Joy)

…Consciente de la diversidad de la experiencia humana, me comprometo a no discriminar ninguna orientación sexual o identidad de género. Practicando el verdadero amor sabemos que continuaremos de una forma hermosa en el futuro…

Gracias a las enseñanzas de Thay he podido identificar y conocer la causa principal de mi sufrimiento y lo más importante, transformar ese sufrimiento en amor hacia mí mismo y hacia las personas que me han hecho daño. Pero también esas personas han sufrido por sus ideas, por sus conceptos, por sus actos, no solamente yo sufría, toda la sociedad, todos los seres vivos estaban dentro de ese dolor. Desde mi infancia me construí a mi alrededor un mundo sólido en el que poder estar feliz, una felicidad hecha a mi medida.

 

¿Qué es amor verdadero? Thay nos describe que el verdadero amor es “la intención y capacidad de ofrecer alegría y felicidad. Para desarrollar esta capacidad, debemos hacer la práctica de observar y escuchar profundamente, para saber qué debemos hacer y qué no debemos hacer para que los demás seres vivos sean felices”. Para esto tenemos que tener comprensión. Durante muchos años la semilla de la comprensión la tuve enterrada en mi mente; solo estaba mi identificación con el dolor que sentía por parte del mundo, de la discriminación, del rechazo, de la burla, incluso de la ira. Fueron unos años difíciles. Me hice una persona dura porque no sabía gestionar la situación ahí fuera.

 

Cuando conocí las enseñanzas de Thich Nhat Hanh para mí fue ver una luz que me iluminó el camino de la transformación. Reconozco que no fue nada fácil y al principio estuve tentado muchas veces en dejarlo; siempre que mi egocentrismo, que mi identidad, ese yo que me había formado se veía de nuevo amenazado quería dejarlo, quería huir de mí mismo. 

Identifiqué mi sufrimiento, sus causas y condiciones y vi que venía de fuera, de esa sociedad que me rechazaba simplemente por ser diferente, por sentir diferente y amar de una manera diferente. Pero a la vez, comprendí que yo también había integrado e interiorizado ese rechazo en mi mente, y descubrí que no sabía quererme. Cuando Thay hablaba de cuidar a ese niño o niña interior, que cada persona llevamos dentro yo no sabía cómo hacerlo, como abrazarlo, era un sentimiento que no lo había experimentado nunca, incluso se despertaba en mí un cierto rechazo que no comprendía.

El Sutra de los cuatro establecimientos de la plena consciencia y el Sutra de los cuatro alimentos han sido y son para mí esa barca que me ayuda a cruzar a la otra orilla. Practicar la plena consciencia de mis percepciones, de mis sensaciones, de mis conceptos, me ha ayudado a transformar y amar mi barro y también he comprobado que las personas a mi alrededor han cambiado. Seguramente es mi forma de ver el mundo, pero me gusta pensar, como dice Thay que si una persona transforma y sana el mundo transforma y sana.

Enfrentarme al dolor desde la plena consciencia me ha acercado a las personas que rechazan al diferente, a los que sentimos de otra manera. Siento que también tienen sufrimiento y su manera de defenderse de ese miedo es con el rechazo, y no saben que con esa actitud también se están rechazando a sí mismos. Practico la comprensión aunque en ciertos momentos me cuesta pero veo que en su sufrimiento también está mi sufrimiento. Ya no siento la separación de “yo y la sociedad, la sociedad y yo”. Reconozco que cuando responden con la energía de la ira, sea verbal o de otra forma mi compasión se encoge, porque el miedo se apodera de mí y me aleja de estas personas. Sé que el sufrimiento no está en la diversidad de opiniones sino en nuestra percepción de cómo vivimos la diversidad, de la energía que ponemos a esos conceptos, de como alimento mi conciencia. Por este motivo el Sutra de los cuatro alimentos me ayuda a consumir de manera consciente porque somos lo que comemos. Gracias a las enseñanzas de Thay he aprendido a alimentar las semillas de comprensión, amor, alegría y ecuanimidad.

Gratitud a Thay, gratitud a la vida, gratitud al mundo.

Enrique Puyalón (True Silent Joy)

Más artículos