En nuestra Sangha comprendemos la práctica como una forma de vida. Vivimos la práctica de la atención plena como una vía que nos acerca a la naturaleza, que nos hace conscientes de la interdependencia y que refuerza nuestro vínculo y compromiso de cuidado con la Madre Tierra, con otros seres y con la vida.
Esto es lo que transmitimos en nuestra forma de facilitar y llevar la Sangha, ¡o al menos eso intentamos!
Los encuentros semanales y los días de atención plena suceden en la naturaleza siempre que las condiciones lo permiten y, cuando el clima aprieta, la Madre Tierra sigue estando ahí, a través de los grandes ventanales de nuestra sala de meditación, apoyando y sustentando nuestra práctica amorosa.
A mediados del pasado año, sentíamos un enamoramiento tan fuerte por la práctica que decidimos buscar nuevas vías por las que acercar esta forma de vida a otras personas. Creamos entonces Compartiendo coa Sangha (Compartiendo con la Sangha) un espacio de encuentro mensual en el que personas de todas las edades, creencias y procedencias eran bienvenidas.
Iniciar ese proyecto fue un reto, pues buscábamos el pequeño diamante de la “práctica de la no práctica”. Sin embargo, no nos resultó sencillo en un comienzo. Según sucedía cada convocatoria, cada nueva oportunidad de encuentro, fuimos retirando las capas de la cebolla. Retiramos el nombre de las prácticas, después retiramos la estructura de los horarios, luego retiramos las explicaciones de cuándo hacer, cómo hacer, porqué hacer… y poco a poco se mostró a sí mismo qué era ese misterio de la práctica la no práctica. Al principio organizamos actividades, como arteterapia o reconocimiento de plantas silvestres,
aprovechando las virtudes que algunos hermanos y hermanas de la sangha ponían a disposición.
Descubrimos que había personas interesadas en estas jornadas de convivencia, desde la profundidad, desde la autenticidad, personas valientes que no habían meditado nunca, que no conocían a nadie de la Sangha pero que, atraídos por la idea de compartir un día en fraternidad, se acercaban a conocernos. Experiencias maravillosas para los propios miembros de la Sangha, quienes agradecimos tener estos espacios de encuentro “informal”, y para el resto de personas que nunca habían participado en grupos similares.
Con el paso de los meses, fuimos transformando estos encuentros hacia algo tal vez menos lúdico, pero sí más estable e íntimo. La motivación principal fue la decisión de cuidar de aquellas personas que estaban muy próximas a la Sangha (recibiendo nuestros correos, retroalimentando sobre materiales compartidos), pero que seguían sintiéndose frenados, frenadas, a participar. Descubrimos que, haciendo eso, seguíamos abiertos a cualquier persona que quisiera acercarse por primera vez, pero también cuidábamos nuestra disponibilidad hacia aquellas personas más tímidas que se sentirían más seguras en encuentros más abiertos al ser y menos orientados al hacer.
Compartindo coa Sangha es en la actualidad una propuesta para compartir un día en la naturaleza con los hermanos y hermanas de la Sangha, “libre de prácticas formales”. Aprovechamos la jornada para realizar algún proyecto que ayude a mantener el espacio de la Sangha bello y cuidado, como plantar árboles o recoger basura en los alrededores. A la vez que buscamos apoyar espacios de otros hermanos y hermanas que también están impulsando huertos y espacios naturales, desplazándonos hasta sus propios enclaves para animarles, apoyarles… y favorecer la construcción de una sólida hermandad. Este es nuestro propósito para este año.
En cada uno de estos encuentros se vuelve más real que lo que ofrecemos como Sangha es una forma de vivir y que hay otras personas que desean experimentar una forma de vivir así: atenta, auténtica, amorosa, sencilla y fraterna. Sin necesidad de inclinarse ante el Buda, sin necesidad de hablar de Dharma y sin necesidad de llamarlo Sangha. Y aun sin signo, Buda, Dharma y Sangha siguen estando ahí, en los encuentros “formales” y en los encuentros “informales”.
Jorge y Alba (Sangha Terra de Presenza, Galicia)