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¿Cómo han cambiado las enseñanzas de Thay tu forma de cuidar de la Tierra?

El equipo de Madre Tierra nos comparte su vivencia individual de las enseñanzas de Thay y el interser con relación al cuidado de la tierra y el contacto con la naturaleza.



"Lo que miro soy yo mismo. Cada vez que toco profundamente tu maravillosa realidad, querida Madre Tierra, soy capaz de percibir esta afirmación."
Metiendo mis manos en tus entrañas, al acompañar tu proceso creativo, ahí, puedo ser consciente de la inmensa vastedad que difumina todo límite.
Sentado a la luz de la mañana, al contemplar el frío del invierno, reposando sobre la huerta. Caminando entre los bosques y admirando el sol, acostándose en la inmensidad del océano. En el silencio sagrado de las estrellas y descansando bajo la luz de la luna. Solo ahí, en ese mismo instante, puedo comprender y experimentar, esta enigmática palabra: “Interser”.
Un día llegaste a mis oídos, y ahora puedo sentirte latir en mí mismo, abriéndome a una realidad tan íntima como inmensa, tan conocida como oculta. Puedo sentir que he llegado, que estoy en casa, reposando, en lo que yo mismo inter-soy.
Gracias querido Thay y querida Madre Tierra, por abrirme la visión a esta maravillosa realidad.

Jorge Costas

 

 

Esta forma de tratar el cultivo de la tierra ha sido un proceso progresivo de practicar la comprensión del Interser, proporcionado por la plena consciencia y el cuidado de la vida de todos los seres. Al cultivar la huerta, respeto todas las plantas y los animales que me encuentro, intento que haya un cierto equilibrio y pueda comer de sus verduras.
Para ello observo con detenimiento y cultivo las plantas más resistentes y mejor adaptadas al lugar, escuchando la experiencia de l@s hortelan@s de la zona, tratando de recibir su sabiduría y aprender sus costumbres.
La huerta que cuido, a simple vista, puede parecer caótica, se ven hierbas no comestibles junto a las acelgas, borrajas, apios, escarolas, ajos, cebollas, etc. todas entremezcladas. Se pueden ver salteadas por el espacio, algunas acelgas, borrajas, apios, etc.. Que han crecido espontáneamente, sin ser sembradas. Cuando las plantas acaban su ciclo, recojo las semillas y las esparzo por la huerta, y pienso “a ver qué pasa”, alguna de ellas crecerá y será mi alimento.
Entonces, al cavar la tierra, observo con suma atención todas las plantas, reconociendo las comestibles de las no comestibles y decido cuáles puedo dejar crecer ahí donde están y cuáles tengo que retirar para dejar espacio para otras plantas. Nunca uso el apelativo de “malas hierbas”, me parece despectivo y una visión estrecha de la realidad del interser.
De esta forma, para mí cultivar la huerta es una fuente de alegría y de aprendizaje continuo, aceptando la presencia de todos los seres, respetando su vida si está en mi mano y uniéndome así a la tierra.

Luis del Val

 

 

Comenzamos año y es un buen momento para recordar las cosas importantes.
Veo el jardín desde la terraza y un gorrión posado en las ramas desnudas del lilo. El sol entra por las ventanas y templa la casa y da luz a las habitaciones. Abro el agua y mana caliente procedente de los paneles solares. Voy a por la leña para la estufita que calentará el salón al atardecer. Es algo cotidiano y a veces se nos olvida que todo y todos provenimos de la Madre Tierra, que inter-somos con ella. Los alimentos que tomamos, también aquellos procesados, proceden de la naturaleza. La ropa con la que nos cubrimos, incluso la sintética, en última instancia procede de petróleo que ha sido fruto de un largo proceso natural de transformación de sedimentos, al igual que el gas con el que nos calentamos.

También nosotros y nosotras somos parte de la Madre Tierra, aunque a veces nos olvidamos y no la tratamos con el respeto que se merece. Veo en mí el agua, el sol, la tierra, el fuego, el aire… y también puedo verlos en ti. Aprovechemos el año que comienza para mirar más profundamente y ver reflejado en todo y en todos a la
naturaleza que nos da la vida. Bendita sea la interdependencia y el interser.

Mar Asunción Higueras

 

 

Siendo adolescente colaboraba con un grupo ecologista local. En esta asociación se organizaban eventos educativos, se escribían artículos de prensa o se pleiteaba con el ayuntamiento por algún vertido ilegal. En aquel momento, mi visión de la ecología era muy diferente. Creía que las acciones individuales no valían de nada, y que debían ser las empresas y políticos los que solucionasen los problemas del medio ambiente.
Thay, su enseñanza sobre el Interser, y la práctica de la atención plena en mi vida diaria, me han enseñado que, con mi forma de vivir, es mucho lo que puedo hacer para proteger el planeta. Antes, el foco de mi visión estaba fuera, y luego se movió hacia adentro; ahora, aprendo día a día a contemplar la ecología como una totalidad, sin un “fuera”, y sin un “dentro”.
Continúo descubriendo nuevas formas de cuidar y proteger el planeta, desde lo pequeño, lo que parece insignificante, cambiando así mi forma de vivir y de relacionarme con la Vida. Como paradoja, me encuentro que cuanto más perfilo mi ecologismo de la vida diaria (cultivar un huerto, comprar de segunda mano, ¡usar un váter seco!), más fortaleza siento para impulsar y tomar parte de un activismo global.

Alba Iglesias

 

 

Las enseñanzas de nuestro maestro Thay y la práctica diaria me ha ayudado a percibir el mundo de forma diferente. El interser toma vida, y percibes la esencia de todos los seres. Ese sentimiento de hermandad y armonía que brota con todos ellos, desde la brizna de hierba hasta la montaña, es algo nuevo.
Desde esa percepción la acción se vuelve clara. El cuidado de nuestro entorno y el nuestro propio supone una misma intención, y así la relación con la Madre Tierra se vuelve algo muy íntimo. Todo nos une, y desde ahí, el movimiento que surge es compasivo con uno mismo y amoroso con el entorno. De repente es como si el pensamiento o la acción correcta brotasen naturalmente en esa relación.
Los poemas de Thay sobre el jardín interior se vuelven en una vivencia transformadora, al igual que la contemplación y el cuidado de nuestra Madre Tierra. Todo confluye en ese mismo punto, ese mismo instante.
Este hermoso camino zigzagueante me ayuda a ahondar en el sentimiento del interser.

Javier Liy

 

 

 

 

Lo que consumimos

 

 

Nuestra vida transcurre en medio de un consumo constante. Consumimos películas que evocan en nosotros emociones; viajes en avión que nos transportan a otros lugares; conversaciones que determinan nuestros pensamientos y aspiración vital; suculentos platos que nos llenan de colores, olores y sabores.

 

Consumimos, consciente o inconscientemente, multitud de alimentos en forma de estímulos, palabras, sensaciones... que se integran en nosotros/as y que, día a día, van conformando lo que somos. Nuestra forma de pensar, de hablar o de actuar en este preciso instante está condicionada por algo que hemos oído en la radio ayer o que hemos leído en un libro hace veinte años. También las experiencias y circunstancias de nuestros ancestros están presentes en cada uno de nuestros gestos.

 

“¿Qué estoy consumiendo?”, es una pregunta revolucionara. Dicho de otra forma: ¿cuál es el futuro posible para mis hijas y nietos con mis decisiones del presente? La clave es el consumo consciente.

 

Con nuestras elecciones podemos moldear y transformar la vida. A través de nuestro consumo podemos decidir qué proyectos, iniciativas o formas de vida apoyar; descubrimos si con nuestras acciones estamos protegiendo o destruyendo el planeta. Conscientes del interser en lo que consumimos descubrimos que podemos transformar el mundo.

 

Desde el Equipo Madre Tierra queremos invitar a toda la comunidad a compartir online una mañana de plena consciencia el día 18 de diciembre en la que poder observar juntos y juntas nuestro impacto sobre toda forma de vida. Las personas interesadas podéis inscribiros escribiendo a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Compartimos a continuación el horario detallado de la jornada:

09:15 Acogida

09:30 Meditación sentada

10:00 Tocar la Tierra

10:10 Charla del Dharma / Introducción del tema del día

10:30 Meditación caminando

11:00 Meditación de la fruta

11:30 Compartir del Dharma

12:45 Cantos y despedida

Con alegría y esperanza,

Recibid un hermoso loto de todo el Equipo Madre Tierra.

 

 

 

 

Día de plena consciencia con la Madre Tierra

 

Cada día la Madre Tierra nos regala todo lo que necesitamos para vivir, pero normalmente no somos conscientes. Nuestros pies caminan apoyándose en la Tierra mientras nuestra mente está en otro lugar. Os queremos invitar allá donde estéis a dedicar un día juntos a honrar el milagro de la vida, reconectándonos con nosotros y nosotras mismas, y  con todos los seres que formamos este hermoso planeta.


El pasado curso un grupo de practicantes nos unimos para profundizar en la relación que manteníamos con la Madre Tierra, reflexionando y tomando decisiones sobre temas como la energía, el transporte, la alimentación, el modo de vida, el cuidado de la vida… Fue un bonito viaje en el que nos apoyamos unas personas a otras en nuestro camino individual, inspirándonos en la energía colectiva de la Sangha.


Como colofón celebramos un día de plena conciencia online, ya que las personas que formábamos el grupo proveníamos de distintos lugares. Y salió estupendamente, todas las personas manifestamos nuestra satisfacción de habernos podido sumergir en las distintas actividades, cada cual desde su casa y manteniendo al tiempo el espíritu de grupo. También comentamos el gran aporte de energía que habíamos recibido, y esto nos motivó a querer extenderlo a más personas.


Desde el equipo Madre Tierra os invitamos a iniciar el nuevo curso uniéndonos el día 2 de octubre, entre las 10:00 y las 17:00 h para celebrar la vida en plena conciencia. Compartiremos meditación sentada, charla del Dharma, meditación de la fruta, meditación caminando, tocar la Tierra, relajación profunda y compartir del Dharma. También presentaremos la nueva edición del grupo de profundización “Hacia una visión profunda del Interser con la Madre Tierra”.

 

Si estáis interesadas o interesados en asistir a este dia de plena consciencia podéis escribirnos a: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

¡¡Os esperamos!!

Con cariño,

Equipo Madre Tierra

Practicando bajo los pinos

 

Y el bosque irá con nosotros y nosotras, allí dónde vayamos. Llevando el amor de la madre tierra a otros corazones.

 

En Septiembre de 2019 mi amigo Rick de Holanda y yo nos reunimos en su preciosa casa de la Floresta, en medio del bosque de Collserola. Los dos acabábamos de volver de pasar el verano en Plum Village como voluntarios. Él, en Upper Hamlet con los niños y yo, en New Hamlet, ayudando con las familias y organización del retiro en general. Había sido muy bonito encontrarnos allí. Ya entonces recuerdo que, sentados en las escaleras de la gran campana, compartimos la visión de crear una sangha para gente joven (Wake Up) en Barcelona, dado que él venía a vivir a aquí.
Aquella tarde de septiembre con la que he empezado el relato, sentados en su jardín, la luz del atardecer se coloreaba por detrás de la montaña sagrada de Montserrat. Las vistas te dejaban sin aliento. Acompañando, la sinfonía de los mirlos, como si quisieran adornar la trascendencia del momento con sus cantos. Aquella tarde acordamos hacer una primera reunión con amigos y amigas que podrían estar interesadas en formar un grupo así. 
Unas semanas más tarde éramos 6 personas a la luz de las velas, en casa de Rick degustando el mejor pastel vegano de calabaza que he comido nunca. Recuerdo la emoción del momento, el cariño y la ternura de cada uno de los que estábamos allí. Cómo quien ve nacer un niño o un brote de primavera. 
Se decidió que, dado que somos gente joven y en ese momento con un presupuesto limitado, nos reuniríamos una vez al mes en el bosque de Baixador de Vallvidrera. De este modo, nos evitábamos el problema de tener que pagar el alquiler de una sala.
De las personas que nos reunimos aquel día no volvió a venir nadie. Horarios de trabajo, traslados a otra ciudad… Pero se unieron personas nuevas y pudimos formar un grupo que bautizamos como Sangha del Pino. 
A lo largo de ese año pasaron por el grupo muchas hermanas y hermanos de práctica. Algunas para quedarse, muchas otras para seguir su camino. Aprendí que todo es inpermanente, sobre todo a estas edades. Que la gente iría y vendría. Al principio me generaba frustración. No sabía a qué atenerme. Parecía que nada era estable. Entonces pensé en el bosque en el que nos reunimos. No importaba quienes fuéramos ese día, ni si tardábamos varias semanas en ir. Él siempre estaba ahí. Recibiéndonos con los brazos abiertos, sin pedir nada a cambio. Siempre dispuesto para hacernos de refugio, siempre presente. Entendí que si yo me mantenía firme y sólida en mi decisión de mantener ese espacio abierto, siempre habría personas que acudirían. 
Pasada la pandemia, volvimos a reunirnos en nuestro amado bosque y el grupo empezó a crecer. Con edredones, chocolate y termos calientes en invierno, defendiéndonos de los jabalíes en primavera y aprovechando el verano para hacer excursiones junto con la práctica. Practicar en un entorno vivo hace que cada sesión sea una aventura.
Tras tres años desde aquella tarde en casa de Rick, siento una profunda gratitud por el bosque que nos acoge. Soy consciente de que la belleza de reunirnos en un entorno natural, es que sentimos que ha crecido con nosotros. Que nos ha acompañado en nuestros cantos, nuestros paseos conscientes, nuestro dolor compartido, nuestra hermandad y nuestra alegría. Para mí, es un miembro más de la sangha, ahora ya imprescindible. 
Pienso que maravilloso es poderse reunir en un entorno tan especial y que invita a la paz y la concentración sin gasto alguno. Un entorno que nos acoge tal cual somos, sin juzgar. Que no interviene cuando hablamos, simplemente nos sostiene. Que es silencioso testigo de todo lo que ocurre. Siempre amándonos. 

 Y seguiremos aquí. Otro verano, otra primavera. Y aprenderemos a ir despacio como el caracol entre las hojas que crujen. A ser frescos y frescas como la lluvia recién caída o las flores recién salidas. Nos contagiarán de alegría los pájaros, celebrando la vida desde las ramas. Recordaremos que en este momento no hay que hacer nada más que disfrutar del paso de las nubes y nuestra respiración.

Y el bosque irá con nosotros y nosotras, allí dónde vayamos. Llevando el amor de la madre tierra a otros corazones.

Eva Dallarés, Generosa Ecuanimidad del corazón
Sangha del Pino, Barcelona (Wake Up)