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"Viviendo el interser, una forma hábil de estar en el mundo". Por Luis del Val / maestro del Dharma.

Vivir con la perspectiva del interser es esencial a la hora de caminar por el sendero de la práctica del Dharma.

Esta perspectiva define una forma de ver y se convierte en el marco donde sucede tu experiencia y donde se manifiesta la interconexión con todos los demás seres y con la vida misma.
Es en el sutra de “La puesta en movimiento de la rueda del Dharma” (SN 56:11), considerado como el primer sermón del Buda, donde se enuncian las bases fundamentales de la práctica del Dharma y de su enseñanza.
El sutra comienza exponiendo las posiciones extremas, calificándolas como callejones sin salida y decantándose por el camino medio. Esta forma de enfocar la mirada como camino medio expresa cómo evitar tener visiones y creencias absolutas porque no tienen salida, no permiten ver los matices ni las excepciones, haciéndote creer que estás en posesión de la verdad. El Buda afirma que recorrer el sendero del camino medio es practicar el óctuple sendero, definido como la cuarta noble verdad. Después enumera las cuatro nobles verdades como acciones a realizar,
1ª Comprender el sufrimiento para abrazar la vida tal y como es,
2ª Soltar lo que surge en nuestro interior como reacción a experimentar eso que nos hace sufrir. Paralelamente, comprender qué alimenta nuestro sufrimiento y dejar de alimentarlo.
3ª Experimentar el bienestar y habitar el espacio de Nirvana creado al soltar la reactividad.
4ª Practicar el óctuple sendero, que son ocho aspectos de una vida centrada y ética: Visión apropiada, pensamiento apropiado, habla apropiada, acción apropiada, modo de vida apropiado, la diligencia apropiada, la atención y la concentración apropiadas.
Al oír este sermón, uno de los cinco monjes que le escuchaba, Kodañña, obtiene una comprensión profunda y hace una declaración sucinta de la enseñanza: “Todo cuanto posee la naturaleza del nacimiento, posee la naturaleza de la extinción”. De esta forma, tan clara y sencilla, define lo que se llama el “surgimiento condicionado”.
Todo surge a partir de unas condiciones, necesita que algunas condiciones estén presentes y otras estén ausentes. Esto es otra forma de expresar lo que Thay define como interser: cualquier fenómeno, sea físico o mental, para manifestarse (ser) necesita que otros fenómenos existan (estén manifestados) y estos serán las condiciones necesarias para que otros fenómenos sean (se manifiesten). Generándose así una red de surgimientos y cesaciones ininterrumpida.
Comprendiendo esto y mirando el mundo bajo este prisma, la experiencia de ver algo como existente es verlo como el efecto de la existencia de otros seres y al mismo tiempo ser la causa para que otros seres existan, de esta forma todo inter-existe o inter-es.

Flashmobs meditativos

 

Una práctica muy interesante que lleva a cabo la comunidad Wake Up alrededor del mundo son los flashmobs de meditación colectiva. Esta práctica consiste en ir a algún lugar concurrido de una ciudad y practicar la meditación sentada y/o caminando en pleno bullicio. La idea nace imitando la práctica de Thay y la comunidad monástica cuando asisten a una ciudad en sus Tours, donde practican en la calle del mismo modo. De hecho, cuando Thay estuvo en Barcelona en Mayo de 2014, hicieron una meditación pública en Arc de Triomf que llego a reunir miles de personas.

Esta práctica tiene como objetivo dar visibilidad a la práctica de la meditación. Además, al hacerlo en público permite unir a personas de diferentes nacionalidades y prácticas religiosas, dado que cualquier persona que pase por allí se puede apuntar.

Este domingo 6 de noviembre nuestros hermanos y hermanas de Wake Up Países Bajos ha organizado un flashmob en Ámsterdam para manifestar su apoyo al cuidado de la Tierra y dar visibilidad a su aspiración por un mundo más pacífico y en el que se tomen medidas para  revertir el cambio climático. 

Desde Wake Up Barcelona aspiramos a organizar uno próximamente e invitamos a todas las sanghas que quieran a organizar un evento de este tipo en su ciudad.

 

 

Los 5 recordatorios

 

Vivimos momentos convulsos y llenos de incertidumbre a nivel global desde hace unos años. Las semillas del miedo, la angustia y la desesperanza están siendo regadas constantemente a través de los medios de comunicación. Es fácil dejarse llevar por estas energías y perder la esperanza en la naturaleza de Buda que habita dentro y fuera de cada ser humano.  

Sin embargo, no hay que dejarse engañar por las apariencias. Allí dónde hay barro también crecen lotos. Allí donde hay oscuridad también hay luz. Allí dónde hay inconsciencia también hay consciencia. Ahora, más que nunca es necesario que con nuestra práctica todas y todos conectemos con la alegría de vivir, la gratitud, el juego, la esperanza y la seguridad de que la muerte no es más que una ilusión. Soltar el miedo a morir y entender que somos parte de un universo en expansión. Que estamos vivas y vivos en cada mota de polvo, cada árbol, cada nube, cada río… inseparables e indivisibles. Que no somos entidades separadas sino un mismo corazón latiendo al mismo tiempo, buscando la liberación del sufrimiento.

Con la llegada del otoño, entramos en la época del año de reflexión, profundización y recogimiento. Una práctica muy bella ofrecida por nuestro maestro Thay y que nos ayuda a soltar los miedos es la práctica de los 5 recordatorios. Recitarlos de forma habitual ayuda a calmar el miedo y conectar con la confianza en la vida y con el interser. A aceptar lo que es y no aferrarse a lo que no es. A estar en paz con nuestra naturaleza humana y entregarnos a la vida con más ganas. 

También nos recuerdan la impermanencia de las cosas. Que la vida está sujeta a cambio. Que lo que tengo hoy, puedo no tenerlo mañana. A disfrutar de cada sonrisa, de cada abrazo, de cada mirada y momentos compartidos. Porque nada asegura que mañana estarás aquí conmigo. Y quiero aprovechar cada instante. 

Finalmente los 5 recordatorios nos ayudan a comprender la huella que dejamos con nuestras acciones. A tomar consciencia de que “eso es” porque “esto es”. Que heredamos las consecuencias de nuestros actos y por tanto, cuidar el momento presente es cuidar nuestro futuro. 

Los 5 recordatorios dicen así:

  1. Por mi naturaleza estoy destinado a envejecer. No hay forma de huir del envejecimiento.

  2. Por mi naturaleza estoy destinado a caer enfermo. No hay forma de huir de la enfermedad.

  3. Por mi naturaleza estoy destinado a morir. No hay forma de huir de la muerte.

  4. Todo cuanto quiero y las personas a las que amo tienen la naturaleza del cambio. No hay forma de evitar tener que separarme de todo ello. No puedo retener nada. Vengo con las manos vacías y me voy con las manos vacías.

  5. Mis acciones son lo único que realmente me pertenece. No puedo huir de las consecuencias de mis acciones. Ellas son mi continuación.

Os invitamos a recitarlos con vuestras Sanghas o de forma individual y a disfrutar de los frutos de su práctica.

 

 

 

 

Dando voz al colectivo LGTBI+ en nuestra Sangha - Enrique Puyalón (True Silent Joy)

…Consciente de la diversidad de la experiencia humana, me comprometo a no discriminar ninguna orientación sexual o identidad de género. Practicando el verdadero amor sabemos que continuaremos de una forma hermosa en el futuro...

Gracias a las enseñanzas de Thay he podido identificar y conocer la causa principal de mi sufrimiento y lo más importante, transformar ese sufrimiento en amor hacia mí mismo y hacia las personas que me han hecho daño. Pero también esas personas han sufrido por sus ideas, por sus conceptos, por sus actos, no solamente yo sufría, toda la sociedad, todos los seres vivos estaban dentro de ese dolor. Desde mi infancia me construí a mi alrededor un mundo sólido en el que poder estar feliz, una felicidad hecha a mi medida.

 

¿Qué es amor verdadero? Thay nos describe que el verdadero amor es “la intención y capacidad de ofrecer alegría y felicidad. Para desarrollar esta capacidad, debemos hacer la práctica de observar y escuchar profundamente, para saber qué debemos hacer y qué no debemos hacer para que los demás seres vivos sean felices”. Para esto tenemos que tener comprensión. Durante muchos años la semilla de la comprensión la tuve enterrada en mi mente; solo estaba mi identificación con el dolor que sentía por parte del mundo, de la discriminación, del rechazo, de la burla, incluso de la ira. Fueron unos años difíciles. Me hice una persona dura porque no sabía gestionar la situación ahí fuera.

 

Cuando conocí las enseñanzas de Thich Nhat Hanh para mí fue ver una luz que me iluminó el camino de la transformación. Reconozco que no fue nada fácil y al principio estuve tentado muchas veces en dejarlo; siempre que mi egocentrismo, que mi identidad, ese yo que me había formado se veía de nuevo amenazado quería dejarlo, quería huir de mí mismo. 

Identifiqué mi sufrimiento, sus causas y condiciones y vi que venía de fuera, de esa sociedad que me rechazaba simplemente por ser diferente, por sentir diferente y amar de una manera diferente. Pero a la vez, comprendí que yo también había integrado e interiorizado ese rechazo en mi mente, y descubrí que no sabía quererme. Cuando Thay hablaba de cuidar a ese niño o niña interior, que cada persona llevamos dentro yo no sabía cómo hacerlo, como abrazarlo, era un sentimiento que no lo había experimentado nunca, incluso se despertaba en mí un cierto rechazo que no comprendía.

El Sutra de los cuatro establecimientos de la plena consciencia y el Sutra de los cuatro alimentos han sido y son para mí esa barca que me ayuda a cruzar a la otra orilla. Practicar la plena consciencia de mis percepciones, de mis sensaciones, de mis conceptos, me ha ayudado a transformar y amar mi barro y también he comprobado que las personas a mi alrededor han cambiado. Seguramente es mi forma de ver el mundo, pero me gusta pensar, como dice Thay que si una persona transforma y sana el mundo transforma y sana.

Enfrentarme al dolor desde la plena consciencia me ha acercado a las personas que rechazan al diferente, a los que sentimos de otra manera. Siento que también tienen sufrimiento y su manera de defenderse de ese miedo es con el rechazo, y no saben que con esa actitud también se están rechazando a sí mismos. Practico la comprensión aunque en ciertos momentos me cuesta pero veo que en su sufrimiento también está mi sufrimiento. Ya no siento la separación de “yo y la sociedad, la sociedad y yo”. Reconozco que cuando responden con la energía de la ira, sea verbal o de otra forma mi compasión se encoge, porque el miedo se apodera de mí y me aleja de estas personas. Sé que el sufrimiento no está en la diversidad de opiniones sino en nuestra percepción de cómo vivimos la diversidad, de la energía que ponemos a esos conceptos, de como alimento mi conciencia. Por este motivo el Sutra de los cuatro alimentos me ayuda a consumir de manera consciente porque somos lo que comemos. Gracias a las enseñanzas de Thay he aprendido a alimentar las semillas de comprensión, amor, alegría y ecuanimidad.

Gratitud a Thay, gratitud a la vida, gratitud al mundo.

Enrique Puyalón (True Silent Joy)