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Retiro Happy Farm en la Fradera

Celebramos un retiro en La Fradera, donde iniciamos una huerta, siguiendo los principios de la Permacultura. Disfrutamos mucho con la tierra, plantando la huerta de primavera. ¡Hubo también enseñanzas del Dharma y la colocación de una campana de plena conciencia, con una ceremonia de bienvenida!!

 

 

Contemplar la belleza que se esconde. La magia de los helechos

Si te piden que imagines un frondoso y húmedo bosque lleno de musgo, probablemente te venga a la mente la visión de unas hojas grandes, de poca altura, decorando los márgenes con su discreta y esbelta belleza. Los helechos son plantas fascinantes que han habitado la Tierra desde tiempos inmemoriales. Habiendo convivido con dinosaurios, curanderos, druidas y peregrinos medievales, entre muchas otras comunidades, estas plantas sin flor, ni fruto, ni semillas, se consideran de las más antiguas de las que pueblan este bello planeta, con una antigüedad de 420 millones de años. De hecho, estas plantas vivieron en la época primigenia en que la atmosfera presentaba grandes cantidades de CO₂ y poco oxígeno, siendo pues, un ejemplo de adaptabilidad y resiliencia. En comparación con sus sobrinas (o nietas) las plantas con flor, los helechos no son muy eficientes a la hora de hacer la fotosíntesis y aprovechar la luz solar. Sin embargo, el tipo de hoja que tienen, llamada fronda, las hace altamente resistentes a la desecación y actualmente se considera que serán de las plantas que mejor resisten las consecuencias del cambio climático. 


Los brotes de las frondas de los individuos jóvenes nacen enrollados, en forma de cabeza de violín o cola de mono, como se las llama en Francia y Asia, respectivamente, dos zonas en que se usan a menudo a nivel gastronómico. En nuestras latitudes los helechos no adquieren un gran tamaño pero en los trópicos pueden llegar a medir hasta 15 metros de altura. Decorando el envés de la hoja se pueden apreciar, en la época de reproducción, unas estructuras con relieve denominadas soros. Los soros son las estructuras en que se agrupan las esporas que cuando caigan al suelo y si las condiciones lo permiten, formarán un nuevo helecho. Los soros varían en color y forma y permiten clasificar a los helechos a nivel taxonómico en las 12.000 especies diferentes que existen. 


De todas las especies de helechos, algunas se han usado durante años con fines medicinales como infusión o tintura. Por ejemplo, la especie Osmunda regalis L. (Helecho real) ayuda en la salud de los huesos, la ictericia, los parásitos intestinales o para tratar la diarrea de los marineros. Otra especie conocida, es el Lycopodium Clavatum L. que se puede encontrar en el Cantábrico y los Pirineos. Se usa en polvo para combatir la sudoración, ya que absorbe 50 veces más agua que los polvos de talco. En infusión ayuda en caso de problemas digestivos y como diurético. Finalmente, mencionar la especie Asplenium ruta muraria L. (Ruda de los muros) que se puede encontrar en los Pirineos y Sierra Nevada. Tradicionalmente, se usaba para tonificar el hígado y el riñón y para tratar llagas y quemaduras, entre otros usos. Aparte de los usos medicinales, los helechos se han considerado durante milenios un símbolo de buena suerte y protección.  

Ahora que estamos en primavera os animamos a salir a pasear por el campo y buscar estos preciados compañeros. Y sobre todo no olvidéis darle la vuelta a la hoja y contemplar la belleza que se esconde.

 

 

 

 

Testimonios de prácticas con el cuerpo

Marcha nórdica y plena consciencia

Practicar la Plena consciencia a través del cuerpo es practicar Mindful Nordic Walking Me llamo Bernd Goldschmidt, soy Alemán y vivo desde el 1995 en L' Alfás del Pi, Costa Blanca. He estudiado Ciencias de la Actividad física y del Deporte y he dedicado toda mi vida a la enseñanza del cuerpo, a la mejora de la salud del cuerpo a través de la actividad y ejercicios físicos y del deporte, tanto a jóvenes como a adultos. El ejercicio físico es ideal para mejorar nuestra salud del cuerpo y la mente, tanto para su mantenimiento como para la prevención y rehabilitación de dolencias. El ejercicio físico es el medicamento ideal: “¡menos pastillas, más zapatillas!”.
Conocí el NW en el año 2005 en Alemania, me encantó y me convenció como ejercicio ideal, muy completo, un entrenamiento suave y efectivo con una técnica adaptable al objetivo de cada uno. Lo incorporé a mis actividades de clase y pronto se convirtió en el ejercicio principal de mis contenidos. Hasta entonces mi trabajo, tanto en la enseñanza como en mi propio entrenamiento, se había centrado siempre y únicamente en el cuerpo, especialmente orientado a las cualidades físicas: resistencia, fuerza, movilidad, coordinación y velocidad. Sabía que la mente es también importante y que ambos se influyen mutuamente. Pero ahora, si lo pienso, puedo decir que en aquel tiempo no era consciente ni de mi cuerpo y por supuesto ni de mi mente y tampoco consciente de lo que ocurría en mi exterior.
No era consciente. Era un profesor de educación física, un deportista que pensaba que estaba conectado con el cuerpo, pensaba que lo estaba cuidando, educando hacia un objetivo que únicamente se centraba en la mejora, la efectividad, en ganar. Y esto en el futuro con programas y planificación en micro y macro ciclos. Cuando descubrí las enseñanzas de Thây y comencé a practicar la meditación sentado y caminando, los ejercicios de la plena consciencia, las prácticas de trabajar, comer y las demás tareas en plena consciencia y entonces descubrí que no estaba consciente en muchos momentos, sobre todo practicando mis deportes como el Nordic Walking y el Running y tampoco era consciente en el momento de impartir mis clases. No era consciente a la hora de dar un feedback sobre cómo llevar a cabo la técnica correcta, cómo mejorar y cómo guiar a mis alumnos en sus entrenamientos.
Poco a poco aprendí más y más a ser consciente de mi cuerpo y trasladar esta experiencia, este ejercicio hacia mi práctica deportiva, principalmente al Nordic Walking y también al Running. Descubrí que estar en el cuerpo, ser consciente de él, provocaba cambios en mí y en la manera de planificar y de realizar mis clases y entrenamientos. El principio de más es mejor, la teoría de entrenamiento, los métodos y principios, todo por supuesto científico, no sirven de nada si no estamos al 100% atentos a nuestro cuerpo. Nació la idea del Mindful Nordic Walking. Cambió la manera de hablar y de escucharme a  mí y mis alumnas y alumnos, las evaluaciones, lo que conocemos como escucha consciente y habla amorosa. Mi manera de transmitir las áreas de mejora cambió hacia más comprensión, compasión, amor y alegría, invitando a mis alumnas y alumnos hacia unas posibles correcciones en la técnica. Me di cuenta de que no siempre hay que corregir las diferentes maneras de movernos, sólo con observar basta. Sobre todo vi que menos es más, difícil en la vida de un deportista, porque siempre quiere entrenar más y mejor. Mi símil hasta entonces era que el cuerpo es equivalente a una máquina, como un coche, y, por lo tanto, se le trata así de funcionar, reparar, revisar, cambiar y mejorar las piezas de su anatomía y basándome sobre todo en las leyes biomecánicas y científicas.
El Mindful Nordic Walking es la manera de practicar un ejercicio físico con atención plena, moviendo más de 600 músculos del cuerpo al aire libre, en la naturaleza durante todo el año. Conectar con mi cuerpo a través de sentir sus posibilidades de moverse. Su postura erguida, sus brazos moviéndose hacia adelante y hacia atrás, la posición de los bastones con los que me impulso y que me convierten en un animal de cuatro patas. La diagonalidad de mi movimiento, el abrir y cerrar la mano, la rotación de mi eje de hombros contra el eje de pelvis y finalmente mi trabajo activo del pie. Todas estas características de una técnica puedo sentirlas conscientemente, creando así bienestar y felicidad en mi cuerpo, para y con mi cuerpo y fuera de él.
Estoy agradecido porque, a través de la práctica de la plena conciencia, he podido convertirme en este experto del ejercicio físico y del deporte que siempre aspiré a ser. Por fin soy plenamente consciente de que sentir mi cuerpo no ocurre por sí mismo. Es de hecho un propio
entrenamiento. La energía del hábito me lleva una y una vez a desconectar me de él, pero cada vez soy más consciente en cuanto ocurre.
Ser consciente de mi cuerpo, estar en mi cuerpo en todas sus dimensiones, dentro y fuera, hace que pueda cuidarlo mejor, estarle sobre todo muy pero que muy agradecido, a sus condiciones, a sus elementos y a su transformación en cada momento. Mi cuerpo es mi casa: la frase “he llegado, estoy en casa“ se refiere a “he llegado a mi cuerpo estoy en casa, que es mi cuerpo”.

L'Alfàs del Pi 23 de febrero 2023
Bernd Goldschmidt (Noble Freedom of the heart) de la sangha de Alfas el captivador

 

 

Peregrinar significa orar con los pies
“Camina como si besaras la tierra con tus pies”

En el Camino de Santiago, que transcurre por Suiza (este es el tramo hasta la abadía de Einsiedeln) encontré este letrero. Aún no estaba en la práctica de Thích Nhất Hạnh, sin embargo -cuanto me lo tradujeron- me resultó muy potente, años más tarde supe que era una frase de mi querido maestro, adaptada.
Y es en el Camino de Santiago, donde aprendí a escuchar a mi cuerpo no como un ente separado, todo lo contrario. Después de terminar una jornada de peregrinación, mi cuerpo estaba allí recordando su presencia y pidiendo: atención, limpieza, alimento, cuidados, descanso. Básicamente eso, evidentemente hay excepciones.
Cuando entré en contacto con la práctica, aunque todo era igual en una jornada, a la vez era diferente: notaba el contacto de los pies con los calcetines y la zapatilla y el suelo, eso fue lo que más me llamo la atención, de las otras cosas había sido consciente (mochila, bastones, sombrero, etc.,) pero no solo fue sentir el cuerpo, sino que empecé a vivir cada peregrinación como una auténtica práctica meditativa, no había separación entre meditar caminando o caminar meditando y traer conmigo mis pensamientos, aprendí que se puede traer al momento presente y caminar por y con mis seres queridos, y con Thầy

En octubre de 2019, después de tener un camino tranquilo, donde mi cuerpo no se resintió físicamente y todo fue tan agradable, recorriendo un paisaje tan sobrecogedor, solicité una Compostela “vicari et pro” a nombre de mi maestro, fue muy nutritivo poder caminar y ofrecer esa peregrinación por Él y mi amada comunidad.
Siento gratitud, por todo el aprendizaje y reconocer que mi cuerpo y mente no están separados, que cuidar de uno es cuidar a la otra.
Clara Hernández. (Sangha Amanecer-Madrid)

 

 

Chikung con bambú: sanando cuerpo y mente

Hace 8 años no sabía que existía una práctica china llamada Chikung o Qigong, y menos que un monje zen vietnamita la había adaptado a 16 ejercicios acompañados de una caña de bambú. Después de 5 años meditando, mi práctica de la plena conciencia se limitaba prácticamente al momento puntual de la reunión con la sangha. En una de las salidas por el bosque donde solía ir a correr con mi perro, fue donde por primera vez sufrí unos fuertes dolores en el vientre que me impidieron practicar cualquier ejercicio físico durante meses. El médico que me trataba, desde el principio fue pesimista con el diagnóstico, y a lo largo de los días mi estado de ánimo iba de mal en peor. A través de unas personas cercanas tuve conocimiento que durante el último mes del verano se iniciaría en las playas de Sitges y Vilanova una, para mi, desconocida práctica llamada Chikung con bambú. No fue hasta el último día que me decidí a dar el paso de ir a ver de qué se trataba. Desanimada por mi estado físico, y diría que hasta malhumorada, me presenté con mi bastón en la playa. Al llegar, sin mediar palabra, me puse detrás de las dos personas que guiaban con entusiasmo cada movimiento, y en cada descanso entre ejercicio y ejercicio iba sintiendo una incipiente alegría que iba transformando mi estado de ánimo. Al finalizar, con una extraña sensación de calma, tomé la determinación de aceptar la propuesta de continuar practicando Chikung hasta que llegara el frío. El invierno llegó, luego la primavera y le siguió el verano…
Después de casi 8 años, ni el frío, ni el calor, ni siquiera el confinamiento, han sido un obstáculo para que semana tras semana más personas se fueran sumando a esta maravillosa práctica que ya nunca me ha dejado de acompañar. Durante este período, una caña de bambú ha sido mi mejor aliada para profundizar en la plena conciencia de la respiración en cada movimiento. Acudir con diligencia a la práctica me ha ayudado a cultivar esa sana armonía con la naturaleza y esa estabilidad que tanto necesitaba. Echando la vista atrás, sin darme cuenta en qué momento, ahora soy consciente de cómo muchos aspectos fundamentales de mi vida han dado un giro de 180º a lo largo de estos años. Mi vida, emocional, profesional, mi entorno y mi salud han ido encontrando un equilibrio y una armonía simplemente inimaginable para mí aquel día que perdida iba caminando hacia la playa para descubrir una nueva práctica que me iba a cambiar la vida. Cultivar las condiciones para ser feliz, que tanto nos recuerda Thay a través de los Gathas – la frescura, la solidez, la transparencia, la libertad - es posible con la práctica regular de Chikung con bambú, tal y como atestiguan los cientos de personas que han decidido acompañar su camino con esta práctica frente al mar.
Una práctica al alcance de todos que se inició en los monasterios zen en la tradición de Thich Nhat Hanh, para continuar imparable por todo el mundo.

Mafer Blanco Sangha Del Banbú, Sitges, Barcelona.

 

 

Medicina actual y cuidado del cuerpo: Lo que me ha enseñado el budismo

En medicina, entre el punto de vista de oriente y el punto de vista de occidente, hay en general una diferencia muy grande. 
Para nosotros, los occidentales, el cuerpo, y yo he tenido que estudiarlo mucho, es una parte material de nuestra experiencia que tiene trascendencia, pero no tiene ni mucho menos el aspecto espiritual que tiene en un enfoque budista. Thay lo explica muy bien en numerosas enseñanzas. Para el budista, el cuerpo es una fuente de información para saber como está a través de las sensaciones, los sentimientos... Es una fuente de transformación y curación. 
Desde el punto de vista budista, mente y cuerpo son uno. Por contra, en el mundo occidental o, como a mí me lo han enseñado y a menudo lo vemos, digamos que cada uno va por su lado. Y claro, es precisamente cuando somos conscientes de que mente y cuerpo son uno, y lo observamos, meditamos y reflexionamos, que nos curamos. Tal y como Thay repite una y cien veces, con la respiración unificamos el cuerpo y la mente y luego obtenemos el fruto de ello. Es ahí donde está el bienestar. Dónde está el momento presente, exactamente ahí. Por eso esa es la base de nuestra práctica y muchos estamos aquí´meditando. Si estamos caminando por aquí, pero mi mente está en un problema que tuve ayer o una ansiedad de mañana, ahí están disociados mente y cuerpo y no puede haber bienestar. Solo malestar, tensión y sufrimiento.  Esta es nuestra sota, caballo y rey. Respirar y unir la mente y el cuerpo. Para mí esta diferencial es crucial. El énfasis en la unicidad de cuerpo y mente que tiene el budismo y de la que carece la visión occidental. 
Por otro lado, en la filosofía budista se enseña mucho a amarlo y cuidarlo. Esto me da un poco de vergüenza decirlo, yo siendo médico, pero realmente quién me ha enseñado a cuidar, aceptar, querer y tener un sentimiento profundo hacia mi cuerpo han sido los monjes de Plum Village, esa es la verdad. La relación tan íntima que tengo con mi cuerpo, de tanto afecto, amor y aceptación, la he aprendido, no con mis estudios de medicina, sino gracias a los budistas. Que me perdonen mis profesores de la universidad. Para mí el budismo ha sido impresionante en mi aprendizaje sobre el cuerpo. La importancia central que le dan al budismo al cuerpo como parte esencial para nuestro bienestar y nuestra felicidad. Por ejemplo, tenemos los primeros cuatro ejercicios del sutra de la respiración (Anapanasati Sutra) en que el cuerpo es una parte esencial para poder acceder a nuestro interior. Y todavía se desarrolla mucho más la observación del cuerpo en el Satipatthana Sutra, en los cuatro establecimientos de la mente. Ahí no solo da ejercicios de práctica del cuerpo en relación con la respiración, sino también más allá para darnos todas las opciones de unir cuerpo y mente. Por ejemplo, la observación del cuerpo en las diferentes posiciones (sentados, de pie, en movimiento...) y además observar las 36 partes de la anatomía del cuerpo, una a una. Ahí es cuando encarnamos nuestros cuerpos. La verdad es que ese ejercicio me encanta. Me lleno de mí mismo cuando me observo cada uno de mis partes y me respiro cada una de ellas. Ahí es cuando tengo una conciencia clara de que yo siento y ocupo mi cuerpo.  
Esto fuera del budismo no se contempla así porque no existe esa enseñanza ni esa sabiduría. Sí que es cierto que en los últimos años, como no a través de la influencia del budismo, se habla ya de la medicina de cuerpo y mente y hay científicos y científicas que llevan años diciéndolo. Pero esto todavía no ha calado profundamente en la medicina actual. Está empezando pero muy despacito. Esto es lo que ha hecho, por ejemplo, Daniel Siegel o Jon Kabat-Zinn. Pero es que esa es la realidad de la vida y yo creo que algún día llegara, que esto se contemplará así como hace la filosofía budista.


Manuel Ruiz, Sangha de Murcia

 

 

 

 

 

Cultivando la visión del interser con la meditación comiendo.

Cultivando la visión del interser con la meditación comiendo por la Comunidad de jóvenes Wake Up

Una maravillosa forma de cultivar la visión del interser es observar los elementos que han hecho posible que nuestra comida llegue hasta nuestro plato a la hora de comer, cenar, desayunar, tomar un tentempié… En Wake Up, el otro día, celebramos la meditación del arándano. Nos sentamos todos juntos y juntas y cada uno cogió uno de estos pequeños frutos. Estuvimos diciendo lo que veíamos en ese diminuto arándano: el sol acariciando las plantas que los producen; la lluvia regándolas y dándoles el agua que luego hace jugoso el arándano; los gusanos y otros insectos que polinizan y trabajan la tierra; las flores que acumulan azúcares dándole ese sabor dulce maravilloso… Practicando así conseguimos sentirnos en comunión con todo el universo y cuidar las semillas de la soledad y la separación que tenemos en nuestro interior y a veces nos hacen sufrir. Después de la meditación nos sentíamos llenos de gratitud, unidos a todos los elementos del universo y con la fuerte sensación de que la naturaleza nos protege y cuida, dándonos todo lo necesario para vivir colmados y con plenitud. Disfrutamos también del festival de color, forma, textura, olor y sabor de dicho fruto apreciando el cosmos que uno o una puede encontrar en algo tan diminuto y aparentemente ordinario como un arándano. 

Lo maravilloso de la meditación comiendo es que tenemos varios momentos al día en que poder practicarla. Incluso mucho antes de empezar a comer, mientras cocinamos, podemos disfrutar de observar los alimentos que vamos a comer. Disfrutar de su color, del ruido que hacen al cortarlos o cocinarlos, los olores que se desprenden… Como dice nuestro querido maestro Thay, mientras cocinamos o comemos podemos mirar el alimento y llamarlo por su nombre: “pan”, “manzana”, “zanahoria”... De este modo adquiriremos una visión profunda de ese alimento, profundizando también nuestra práctica. 

 

 

 

Desde Wake Up os dejamos una receta de invierno para calentar y mimar el cuerpo. Os animamos a cocinarla adaptándola si es necesario a vuestras necesidades y disfrutar del proceso en plena consciencia.

 

 

Receta de invierno: crema de guisantes al cacao.

La comunidad Wake Up España os ofrecemos una deliciosa receta de una crema de guisantes para que podáis disfrutar de la meditación cocinando y comiendo.

 

Ingredientes para la crema:

1 bol de guisantes frescos

1⁄4 de cebolla, cortada en rodajas finas

1⁄2 puerro (parte blanca), cortado en rodajas finas

2 cucharadas de aceite

1 bol y medio de agua

Eneldo seco al gusto (u otra hierba)

1 hoja de laurel

Agua

Sal

Para la espuma

50 ml de leche de arroz

3 cucharadas de yogur de soja

1⁄2 cucharadita de lecitina de soja

1⁄2 cucharadita de cacao puro en polvo o harina de algarroba

1 pizca de sal

Instrucciones

Saltear la cebolla, el puerro, el laurel y las hierbas secas hasta que queden transparentes. Añadir el agua y los guisantes, llevar a ebullición, añadir una pizca de sal y luego cocer a fuego lento durante media hora. Eliminar el laurel y triturar.

Para la espuma mezclar en la batidora la leche de arroz, el yogur, la lecitina y una pizca de sal. En el momento de servir se añade la espuma a la crema y el cacao por encima.