Huellas en la arena / Revista digital / N.º 26 / Mayo 2025
Editorial
La primavera nos visita de nuevo, silenciosa y generosa, recordándonos que todo en la vida tiene su tiempo. Brotan las flores, reverdece la tierra y el aire se llena de nuevos cantos. Y nosotros, ¿qué flores estamos cultivando en nuestro jardín interior?
Thich Nhat Hanh nos enseñó a mirar nuestra mente como un jardín. En ella habitan muchas semillas: de amor, de paz, de comprensión… pero también de miedo, de ira, de tristeza. Y, como en la primavera, todo lo que reguemos crecerá.
Cuando miramos las flores que empiezan a abrirse al sol, podemos recordar que también en nosotros hay semillas preciosas, esperando el momento adecuado para florecer. La paciencia, la bondad, la alegría, la compasión… están ahí, y nuestro cuidado amoroso puede ayudarlas a despertar.
Pero el jardín necesita atención constante. A veces es necesario arar la tierra, quitar las malas hierbas, podar las ramas secas. Así también, en nuestro corazón, necesitamos reconocer lo que no nos deja crecer: nuestras heridas, nuestros apegos, nuestras prisas. Y tratarlas con ternura, como un buen jardinero cuida de las plantas más frágiles.
La práctica de la plena consciencia es ese cuidado delicado. Cada respiración consciente, cada paso en calma, cada gesto de amabilidad, es una gota de agua fresca que ayuda a nuestras flores interiores a abrirse.
Esta primavera, nos invitamos a pasear con ojos nuevos, a mirar las flores y los árboles y recordar que también nosotros somos una flor única en este inmenso jardín de la vida. Y que, al cuidarnos y florecer, ayudamos a embellecer el mundo entero.
¡Respiremos y florezcamos juntas esta primavera!
Con amor y gratitud,
Equipo de comunicación