
Foto: https://www.vatican.va/content/francesco/es.html
El papa Francisco ha iniciado su camino hacia la «Casa del Padre».
Un hombre bueno, innovador, austero, humilde y valiente, que tomó medidas progresistas con entrega y servicio hasta el último momento.
En la encíclica Laudato Si’ habló sobre la casa común, ese lugar donde caben todas las personas, como una madre que abre sus brazos para acoger a sus hijos, sin importar si son aquellos que la sociedad ha excluido o no ha aceptado.
Habló de cuidar a la Madre Tierra para que ella cuide de los seres humanos.
Defendió el diálogo ecuménico, la aceptación de las personas homosexuales como auténticos hijos e hijas de Dios, y brindó a las mujeres un papel importante en la dirección de algunos dicasterios. En general, reconoció el valor de las personas laicas y su compromiso dentro de un pueblo que es de Dios, no solo de una jerarquía.
Transmitió la necesidad de vivir un cambio y una nueva consciencia en la relación del ser humano consigo mismo, con los demás seres y con el mundo, con una opción preferencial por los pobres. Su propuesta no respondía a derechas ni izquierdas, sino a hacer presente, aquí y ahora, el Evangelio y el ejemplo de Jesús viviente.
Todo esto forma parte de esa casa común: una Iglesia de puertas abiertas donde todas las personas tienen cabida.
Buena continuación, querido papa Francisco.