(Hermano Himalaya)Ordenado en 2013
«Nací en la ciudad de Barcelona en 1981, aunque pasé mi infancia y juventud en el entonces pequeño pueblo costero de Castelldefels, donde viví con mi familia hasta mudarnos a otro tranquilo y pequeño pueblo de montaña llamando Begues allá en el 2000. De niño, nunca me llamó la atención estudiar, la escuela parecía muy aburrida y pesada, excepto cuando salíamos al patio a jugar al balón, y bueno, un par o tres de asignaturas que me motivan, sí que las había como sociales, plástica y educación física. Era un niño callado, aunque también juguetón y un poco alocado y travieso, o temerario, como dirían algunos que me conocen, y también bastante aventurero como buen Sagitario. Mi vida en sociedad fue relativamente normal, siempre viví en casa con los padres, que por cierto se separaron cuando yo tenía unos cinco años y ese evento y consecutivos marcaron gran parte de cómo se forjaría mi personalidad y mundo interior. Durante el periodo de mi juventud y al comienzo de mi vida adulta, cuando sentía (por presiones externas) que debía decidir una dirección en la vida al igual que todo el mundo hacía, el desinterés y aburrimiento que había desarrollado en la escuela se trasladó a mi entonces vida actual no teniendo ninguna motivación ni aspiración de entrar en las monótonas estructuras del sistema social. Lo que ganaba cuando comencé a trabajar lo gastaba en diversiones de fin de semana, aunque más concretamente en seguir divirtiéndome desde ese lado ‘loco y temerario’ pues mi pasión, aparte del futbol, eran los deportes extremos que de alguna manera me hacían sentir vivo y con un propósito en la vida. ¡Hacer lo que me gustaba y el sentir emociones fuertes!
Durante el paso de los años disfrutando de mis pasiones por los deportes extremos, como el monopatín, patines, motocross, wakeboard, snowboard y finalmente el surf, vi que algo en mí estaba queriendo despertar tomando la forma de propósito de alcanzar una meta y un reconocimiento personal de ser alguien y algo en la vida. Aunque al final todo lo resumía a la importancia de la diversión y la experiencia del momento que me aportaba cierta sensación de libertad»
Cuándo comenzó tu camino espiritual y qué es lo que te llevó a la práctica del Budismo?
Este comenzó provocado por no poder sentir una satisfacción duradera y auténtica en mi vida, más concretamente por no poder cumplir mis sueños de dedicarme a disfrutar de los deportes y a ser feliz con mi vida, en familia, con la pareja, con el trabajo… El sufrimiento, e impotencia por no sentirme realizado ni feliz, se volvió más y más obvio cuando veía el sinfín de estados negativos emocionales y mentales recurriendo durante años y que no tenía la capacidad de sanar. Recuerdo que cuando tenía más o menos veinte años fui a terapia psicológica y comencé a leer un libro de autoayuda que creo luego recuperé a los 28 años cuando la verdadera crisis interior estaba en su cumbre. A partir de ese momento comencé a devorar libros de psicología y autoayuda, pasando por algunos de filosofía de Schopenhauer, hasta llegar a descubrir las enseñanzas del budismo en el 2011.
Pero cuando realmente podría decir que comenzó mi camino interior fue cuando decidir dejar atrás mi vida en Barcelona, a mis amigos, familia y buen remunerado trabajo para irme a surfear, aprender inglés y
buscarme la vida en Australia haya por el 2011. Para mí era otra aventura más, pero esta vez era especial, por el simbolismo y el hecho de abandonar todo lo conocido y forjado por años y salir de una vida monótona. Muchas aventuras ocurrieron durante mi estancia por un año en Australia. Resumiendo, puedo decir que encontré una gran libertad interior y exterior viajando por con mi furgoneta Toyota milenaria por las playas y bosques desiertos australianos explorando su fauna y flora salvaje, compartiendo experiencias con otros viajeros, contemplando mi felicidad junto a la naturaleza salvaje y los momentos de silencio nocturno bajo las estrellas.
Al concluir mi viaje en Australia, cuando volvía de camino a casa, pase unos meses en Bali surfeando y decidí que volvería a Bali en breve con la idea de montar una escuela de surf. Fue justo en esta vuelta a Bali cuando decidí que era el momento de experimentar en un retiro de diez días en la tradición de Goenka las enseñanzas que había ido leyendo por un año en los textos Budistas Tibetanos y libros de meditación Vipassana. Estos eran para mí de un gran valor y tenían una gran lógica y sentido común, pero aún no llegaba a poder practicarlas ni comprenderlas en su totalidad y profundidad.
Cómo y cuándo se te cruza nuestro maestro Thich Nhat Hanh en tu vida y qué te llevó a la decisión de hacerte monástico? y cómo fue la reacción y el apoyo de tu entorno?
Después de este primer retiro Vipassana de diez días en Bali decidí que mi camino a partir de ahora se forjaría únicamente por la vía espiritual, estaba determinado y convencido de que lo mejor que podía hacer con mi vida era sanar todo el sufrimiento que descubrí en mi interior y dedicarme a comprender las enseñanzas para transmitirlas a los que como yo no veían todo ese sufrimiento interno con el que cargaban. Así que decidí viajar por varios países de Asia por un año en busca de la Verdad sobre nuestro propósito de Vida, entre ellos la India, Tailandia, Camboya y Malasia. A cada país que iba participaba en uno o dos retiros de diez días de Vipassana, visitaba templos y lugares espirituales del país absorbiendo sus culturas religiosas y costumbres sociales. En aquel momento comencé a contemplar la vida monástica, me fascinaban las enseñanzas y todos sus misterios que aún desconocía, en la soledad y libertad del silencio interior me sentía unido a mi espíritu durante los retiros, aunque también solían ser duros y siempre muy sanadores. Cuando visualizaba a los monjes de la tradición Theravada y a la Sangha del Buda viviendo en paz en los bosques Asiáticos, me veía como un más unido a su dedicación a la vida espiritual.
Cuando residí en Dharamkot un pueblo de la India por varios meses, estando investigando varios comentarios del sutra Ānāpānasati (la plena consciencia en la respiración) fui a visitar una librería Tibetana, fue ahí cuando di con una edición muy antigua de este sutra comentado por Thích Nhất Hạnh (Thay), no leí mucha información nueva que no supiese ya en este comentario, pero recuerdo que en aquel momento al ver el estado antiguo y la edición del libro pensé que Thay había fallecido hace años ya. Este fue el primer encuentro con mi maestro Thay.
Cuando regresé de mi viaje por Asia, decidí que quería montar una comunidad espiritual o establecer algún tipo de lugar físico para transmitir las enseñanzas que había aprendido. Al poco tiempo de intentar
manifestar esta operación vi que no era posible en aquel momento.
Estando un día investigando sobre el Dharma se me ocurrió buscar el nombre de Thích Nhất Hạnh que había visto en ese libro de la biblioteca de Dharamkot, para mi sorpresa vi que Thay estaba vivo y que
residía con su comunidad en Francia. Al escuchar la voz de Thay por alguna razón me saltaron las lágrimas y supe que debía ir al monasterio a verlo y recibir sus enseñanzas en directo y tener la experiencia de vivir en comunidad con los monásticos a los que veía en aquel momento como una familia que nunca había tenido en mi vida. En aquel entonces mi idea de hacerme monje era clara pero aún no había decidido en que tradición ordenarme.
Tengo la suerte de tener unos padres bastante liberales y abiertos, siempre me han dejado decidir por mí mismo, así que me apoyaron en mi decisión de seguir mi camino, mis amigos también me apoyaron, pues veían que era lo que me hacía feliz y que yo estaba determinado a seguir ese camino.
Plum Village es un lugar donde conviven muchas culturas de diversos países, ¿cómo es la convivencia?
Parafraseando una metáfora mencionada por Thay sobre la convivencia en Plum Village ‘es que somos como patatas cociéndose en una misma olla todas juntas, conforme estas se van cociendo se van pelando más y más hasta quedarse si piel’. Gracias a las dinámicas y el sistema de convivencia que tenemos en Plum Village interactuamos y convivimos desde esta piel externa de la patata, que simboliza la personalidad y nuestros hábitos y costumbres y que a la vez son parte de nuestros ancestros. Nos entrenamos en cultivar y manifestar las cualidades positivas y sanar y transformar las negativas. Cuanto más pelamos esta piel más claramente nos vemos como un ser único hijo de la madre Tierra y no únicamente limitados a una cultura o raza, vemos que a otro nivel todos somos iguales, unidos por una misma historia que en esencia es la del sufrimiento y la búsqueda de la felicidad, seres humanos sensibles y desprotegidos que nos hemos creado identidades y corazas que velan quienes realmente somos.
Nuestra cultura, pues, va encaminada a ser una cultura espiritual fundada en la escucha de las Leyes del Dharma que es la Vida, sin dejar de lado nuestras costumbres y tradiciones, adaptándolas a una cultura espiritual que nos lleva a transcender limitaciones.
La convivencia en Plum Village presenta múltiples facetas, uno solo puede entenderla cuando por un tiempo viene y convive en la comunidad. En general, la alegría, la paz, la cordialidad y armonía siempre están latentes y es lo que los practicantes absorben durante su estancia.
¿Qué es lo más importante que has aprendido de la convivencia en Plum Village?
En realidad, muchas cosas. La convivencia puede ser el aspecto más difícil de la vida monástica en Plum Village, al menos lo fue para mí en mis primeros años, más concretamente por las dinámicas y experiencias que surgen al compartir habitación con uno o tres hermanos, nunca compartí habitación en casa y soy una persona que suele necesitar bastante espacio externo de silencio para contemplar mi mundo interno. En resumen, podría decir que este convivir con hermanos en una misma habitación me recuerda constantemente el aportar mi parte para dar espacio a que la otra persona y la historia que lleva en su interior se pueda expresar, sanando lo herido y desenvolviendo lo positivo. Esto no es necesariamente una cuestión de palabras, sino más bien observación, paciencia y tiempo, pero sobre todo compasión y aceptación para uno mismo, pues es inevitable que en ocasiones nos moleste o incomoden ciertos comportamientos o hábitos de la otra persona. La tarea de comprender realmente a la otra persona necesita de disponer de esta apertura interior en tu corazón donde nada de lo la otra persona haga te puede herir o dañar realmente. Diría que esta especie de inmunidad y compasión es lo más importante que he desarrollado en la convivencia. Es una práctica continua no solo de aceptación de uno mismo y del otro, sino de un compromiso mayor hacia la liberación de la humanidad.
¿En qué consiste la práctica de la plena consciencia o Mindfulness?
Es siempre de ayuda el volver a los orígenes de las palabras para comprender cómo estas evolucionan y
poder extraer todo su jugo y potencial posibles. La plena conscienciencia o más comúnmente conocida
como Mindfulness proviene de la palabra sanskrita smrti, esta palabra incluso en las escrituras budistas se define de varias maneras, su definición más común es ‘memoria’ o ‘atención’ (sati), básicamente recordar, o atención en recordar, o recolectar la atención sobre algo en particular. Así pues, la plena consciencia
implica siempre ser consciente de algo. De que elegimos ser conscientes depende de nosotros.
Cuando nos entrenamos en desarrollar el hábito de recordar, estar atentos en este instante, comenzamos a estar más presentes de nuestras emociones, pensamientos y sensaciones corporales y como reaccionamos a las impresiones del mundo exterior durante nuestras interacciones diarias con este. Por ejemplo, vemos que podemos disponer de una capacidad más amplia de elección y de generar una comprensión más profunda de la persona que tenemos enfrente cuando interactuamos con ella y su mundo interior que si, por el contrario, estamos constantemente opinando e impulsivamente reaccionando a lo que estamos de acuerdo o en desacuerdo sin realmente parar a reflexionar sobre como cada uno experimenta y ve la vida desde su percepción.
En la vida hay alegría, bienestar, serenidad, libertad y un sinfín de cosas positivas, pero también hay
muchísimas negativas que nos hacen sufrir, esto es universal para todos los humanos. Cuando nuestra
práctica es sólida, nos damos cuenta de que la plena consciencia o bien nos acerca a la liberación en el
instante que tomamos presencia o bien nos ata más a las cadenas del sufrimiento. Ser consciente de cómo generamos sufrimiento en nosotros y hacia los demás a través de nuestras acciones es uno de los primeros pasos de la práctica, ver que este sufrimiento nos sirve como aprendizaje para transformar nuestras emociones negativas y desarrollar una libertad interior genuina es un aspecto de la correcta plena consciencia.
Como nuestro maestro Thay dice, no hay Loto sin Barro. Así pues, lo que nos causa sufrimiento en la vida
(el barro), no es algo que debamos ignorar ni rechazar desde la aversión sino comprender sus causas y
orígenes y ver que a través de la práctica tenemos la capacidad de abrazarlo y transformarlo en algo
positivo. El loto es aquí simbólico del fruto de la sabiduría y liberación que brota gracias al proceso de
transformación de las fuerzas opuestas que hemos armonizado internamente gracias a ser conscientes del sufrimiento.
Cuando sufro puedo practicar la plena consciencia al recitar este poema en meditación caminando en un
bosque o parque tranquilo tomándome mi tiempo para recitar cada línea individualmente. Una vez
memorizada una línea, suelto cualquier pensamiento y expectativa y camino lento y pausado sintiendo las
sensaciones de mi cuerpo anclándose a la tierra a través de mis pasos y mi respiración natural. Si surgen,
emociones y pensamientos, los observo y los libero bajo mis pies poniendo la atención en las sensaciones de la planta del pie haciendo contacto con la tierra.
A cada paso que doy un loto brota bajo mis pies.
Abrazo a la Tierra, sintiéndola en la solidez de mis pies.
A cada paso que doy suelto el dolor que hay en mi corazón.
Abrazo mi dolor y el de mis ancestros que hay en mí.
A cada paso que doy me libero del sufrimiento acumulado.
A cada paso que doy disfruto del proceso y me dejo llevar.
Sonriendo como un niño, juego y aprendo sin expectativas.
En momentos duros, como estamos viviendo de guerras y crisis, ¿qué puede aportar la práctica? ¿Cómo
nos puede ayudar la práctica?
Naturalmente, a nadie le agrada sufrir ni ver a gente pasar calamidades ni desgracias, pero el progreso
evolutivo de los seres sintientes que habitan en el globo Terrestre ocurre a través de la experiencia y comprensión del papel que tiene el sufrimiento en nuestros procesos de crecimiento hacia expansiones de consciencia de grados de intensidad lumínica. La ignorancia es un aspecto del sufrimiento, un desconocer o no saber que nos mantiene limitado dentro de una esfera de cierto grado de oscuridad. Queremos liberarnos de esta ceguera para ver la realidad.
Los momentos difíciles son siempre una oportunidad para crecer interiormente y comprender el origen y
las causas de las guerras y las crisis tanto objetiva como subjetivamente, estas están íntimamente unidas a nosotros por la consciencia colectiva tanto manifestada en el presente como la pasada, pero solemos
ignorar esta interrelación. Si somos capaces de ver que el sufrimiento que llevamos dentro es en parte
agravado por los eventos externos y podemos entonces transformarlo en sabiduría cuando lo aceptamos y lo sanamos y comprendemos mediante nuestra práctica, la claridad interior nos va a revelar algo que antes ignorábamos o desconocíamos.
Cuanto más sólidos, estables y compasivos somos, más capacidad tenemos de reconocer que los humanos vivimos inmersos en mundo ilusorio, ilusorio porque no comprendemos el funcionamiento de sus leyes evolutivas, como por ejemplo el karma, y seguimos repitiendo los mismos errores generación tras generación, nos olvidamos de traer el pasado al presente y sanarlo. Es por eso que este sufrimiento se agrava y crece de manera colectiva, siendo simplemente un mecanismo natural de la ley karmica que no muestra que algo no estamos haciendo bien como raza humana y hasta que no comprendamos que es, en relación con estas leyes evolutivas, vamos a seguir sufriendo innecesariamente.
La práctica ha de generar la sabiduría que nos libere y nos dé espacio en nuestro corazón como resultado de la comprensión y compasión. Esta sabiduría siempre surge al experimentar y explorar desde la primera
persona. Primero necesitamos cierta inteligencia para discernir y examinar eventos y situaciones del mundo y su historia, y luego hemos de trasladarlo y seguir contemplándolo y compartiéndolo en nuestra
vida social juntos.
Las guerras son causadas por el miedo, el poder, y el deseo de adquirir algo para agrandar el ego de uno
mismo. Las guerras empiezan en nuestro interior, siendo un efecto de nuestros pensamientos centralizados basados en la ilusión de un yo que se percibe separado de los demás y del mundo. Todos estamos lidiando con nuestra guerra interior y a la vez contribuyendo nuestra parte a una guerra exterior. Estas guerras son parte de la historia de la humanidad, de la misma manera que la batalla entre la luz y la oscuridad existe en la mente de los humanos, y estas son muy reales. El cambiar nuestro mundo interior va a tener un efecto importante en el exterior, pero como no vemos este cambio de manera rápida no le damos la atención que requiere y seguimos queriendo solucionar el problema únicamente desde el exterior sin haber comprendido que su origen es interno. Así es como vivimos inmersos en la ignorancia al no ver la relación entre lo subjetivo de nuestro mundo interno y lo objetivo de las situaciones, cuando vemos esta interrelación vamos a poder actuar de una manera más acorde y eficaz para apoyar el proceso de crecimiento de cada uno. Recordar que tenemos que aprender del sufrimiento no es tarea fácil, pero esta es la verdad, la gente debe aprender de sus errores, como apoyarlos o guiarlos a que sean sus propios maestros, es parte de nuestra tarea cuando hemos transitado parte del camino que lleva hacia la emancipación.
¿Qué se entiende por Budismo comprometido?
El Budismo no es Budismo si no es comprometido. Si practicamos la meditación sentada y caminando día y noche únicamente desde nuestro individualismo, esto no será una práctica completa y los frutos de esta no serán genuinos tal y como los enseño el Buda. Si practicamos correctamente hemos de ver que tanto
nuestro sufrimiento como nuestra liberación están íntimamente relacionados con el sufrimiento y a la
liberación de todos los seres sintientes, cuando esta visión profunda sea revelada en nuestro interior esta
nos impulsará de una manera natural a querer aliviar el sufrimiento de los demás. A partir de aquí el largo y arduo camino del bodhisattva se muestra ante nosotros, abriendo las puertas hacia la acción en el mundo.
Servir a los demás no es simplemente un acto de buena voluntad intencionada, necesitamos estar dotados una mente meditativa, clara y vibrante, que ha adquirido cierta sabiduría experiencial en el campo de la acción en el mundo, equipada con un intelecto capaz de discernir y reflexionar sobre cuáles son las causas y condiciones que mantienen a la humanidad inmersa en su dolor y pesar, además de tener un corazón abierto para abrazar las partes que están en desarmonía y desequilibrio en los demás.
Cuando hemos generado la suficiente solidez y determinación en nuestra práctica salimos al mundo
movidos por la energía evocada por la bodhicitta (la mente de la iluminación) dispuestos a plantar en los
demás las semillas necesarias para su liberación. La aplicación de la acción correcta y los medios hábiles
apropiados a cada situación meditada y contemplada van a determinar el tipo de resultado que estos frutos darán.
Resumiendo, vemos que no hay separación entre la práctica individual de uno y nuestro papel a
desenvolver en la sociedad y la consciencia colectiva. Hay muchas maneras de transmitir la energía de la
bodhicitta, un pensamiento positivo, una sonrisa, un acto caritativo etc, pero esta siempre va a ejercer un
impulso hacia la evolución de la consciencia, la expansión de la luz y la respectiva reducción de la oscuridad.
Sostener diferentes grados de intensidad de luz en la mente y expandirlos a consciencia allí donde es
necesario es el acto de amor en acción que queremos manifestar en la Tierra.
Puedes resumir en breves palabras la esencia del mensaje de Thich Nhat Hanh?
Es complejo resumirlo en brevedad, pues él tocó una variedad de aspectos conectados a esta esencia. La
esencia de su mensaje yace en expresar la unión del espíritu con el hombre, el humano que somos y la
conexión que ya tenemos con nuestra naturaleza Búdica, el ver que la mente y la materia están
íntimamente unidas, o el traer cielo a la tierra, poéticamente hablando.
La expresión que esto toma es coloreada por las posibilidades creativas del Budismo Zen dando paso a una transmisión del Dharma desde un lenguaje sencillo y a la vez profundo donde el ritual y el método no se quedan en la mera forma ortodoxa de la doctrina clásica si no son adaptados a las necesidades actuales del momento.
El mensaje de Thay nos recuerda que como humanos podemos manifestar nuestra naturaleza Búdica aquí y ahora si practicamos la plena consciencia correctamente y las enseñanzas ofrecidas por el Buda. Cada pensamiento y cada uno de nuestros actos, pasando por el más mundano hasta llegar al más espiritual,
pueden expresar esta energía de Amor y Sabiduría de nuestro verdadero Ser. Thay expreso esto desde
diferentes dimensiones y perspectivas como muchos de los lectores de sus libros y discípulos cercanos
sabrán.
Puedes compartir con nosotros, ¿qué ha significado Thay en tu camino?
Cuando hablamos de Thay normalmente pensamos en su persona, su forma y aspecto. Para mi Thay era
más que eso. Thay ha sido un ser que me acercaba la energía espiritual tanto desde su presencia física
como desde sus enseñanzas, una fuente de inspiración constante, e inagotable a descubrir la naturaleza
del Ser, la Vida desde su expresión multidimensional.
Cuando experimentamos esta energía espiritual, normalmente la moldeamos a nuestro gusto, o bien
añadiéndole ‘colores’ emocionales o percepciones mentales para definirla. Thay era un ser que tenía un
talento natural para guiarte y mostrarte aspectos de esa fuente espiritual para tu después poder hacer el
respectivo trabajo de contactar con esta dentro de tus posibilidades. A veces con palabras, a veces desde el silencio.
Thay, una chispa de la energía del Espíritu aún está en nosotros, si sabemos escuchar desde el silencio interior.