Vidalia / comunidad, cooperación y transformación
Hace ya varios años que estoy vinculado a una comunidad cerca de mi residencia habitual. Fue una colonia textil, al lado del río Llobregat, que en su esplendor dio cabida a más de 600 personas repartidas en cien y pico de casas. En ella había alguna tienda, barbería, escuela, centro para socializar y una gran iglesia. Por tanto, sus habitantes tenían la vida asegurada. Eso sí, el amo, era el dueño de todo el conjunto y por tanto, el sueldo se quedaba en la misma estructura al hacer uso de los diferentes servicios. Hay que decir que estaban en mejores condiciones que de donde venían. Al menos tenían casa y dinero para las necesidades básicas.
Unos jóvenes intrépidos, y con mucho conocimiento de mover hilos burocráticos, han conseguido por 75 años gestionar y vivir en la Colonia Vidal- así se llama en honor al antiguo amo-. En estos momentos hay 28 adultos, 7 niños, una perra, una gata y un gallinero con gallinas y patos. Su proyecto es vivir de manera alternativa a los modelos habituales en nuestra sociedad.
Se guían por unas reglas basadas en la Sociocracia. Es una estructura de convivencia en la que no hay dirigentes que dictan las normas y donde todo funciona de manera horizontal. Se evitan las votaciones intentando cubrir las necesidades de todos, aunque no sean al máximo porque el objetivo es que la comunidad sea una entidad viva que también tiene que cubrir sus necesidades. Entonces se trabaja en «círculos» o comisiones para cubrir todas las funciones necesarias para el buen funcionamiento. No se olvida la resolución de los conflictos, así como la nutrición de otros aspectos emocionales o espirituales.
Yo veo muchas coincidencias en como se funciona en Plum Village y en nuestra organización, en la CBI o en la Orden del interser. También hay notables diferencias. No siguen una línea espiritual concreta. El respeto es una gran herramienta de bienestar. Les une las ganas de crear algo nuevo al consumo exagerado e insostenible de nuestros tiempos. Yo, no pertenezco totalmente a la comunidad. Tengo, también, mi propia casa y voy algunos días a la semana. Puedo decir que la energía que yo siento allí es muy nutritiva. Se respira mucha alegría y entusiasmo, mucho respeto y mucho cuidado mutuo.
Mi aspiración es vivir de manera parecida. Añadiría unas prácticas en las que confío basadas en las enseñanzas de Thich Nath Hanh y en la experiencia de Plum Village.
Ojalá mi deseo se cumpla y a no muy tardar puedan germinar las semillas de una comunidad de practicantes en cualquier sitio de nuestra geografía.
Antonio Grandón, Sangha de Manresa