Thay ha abierto siempre caminos en lugares intransitables, físicos, mentales y emocionales. Empezó en Vietnam buscando la paz. Siguió su caminar por Estados Unidos, estableciéndose finalmente en Europa. Sus pies caminaban siempre en paz y lo hicieron hasta que su cuerpo lo acompañó. Luego, como el gran maestro que es, encontró la manera de transmitir sus enseñanzas desde el silencio y con el gesto de su mano izquierda, esa mano que pudo mantener con movimiento, tras su apoplejía.
Thay ha abierto caminos sin usar desbrozadoras ni guadañas, sino con gran sabiduría, una paz interior inabarcable, sus palabras amorosas y con una escucha absoluta. Con compasión por las personas, por la tierra y por todo lo vivo. ¡Su viaje a España nos dio tanto! ¿Quién podía imaginar que esa sería su última gira? Hubo muchos frutos, numerosas personas escucharon su voz y pudieron empezar a desbrozar por sí mismas sus caminos. A dejar entrar más luz, más comprensión. A sanar. Nos dejó joyas que siguen brillando. Sanghas que crecen y amigos y amigas que han convertido su vida en un camino feliz, compasivo y alegre consigo mismas y con la sociedad.
Solo queremos darte las gracias, querido maestro, por habernos contagiado, por haber abierto tan dulcemente cada uno de los senderos por donde transitamos. Te ofrecemos un loto, jazmines y claveles y nuestra mejor sonrisa. Sabemos que estás feliz porque tu continuación está en tus estudiantes, y ellos y ellas, llegan de nuevo a nuestro país.
Con infinito agradecimiento,
La Sangha Española