Marcha nórdica y plena consciencia
Practicar la Plena consciencia a través del cuerpo es practicar Mindful Nordic Walking Me llamo Bernd Goldschmidt, soy Alemán y vivo desde el 1995 en L’ Alfás del Pi, Costa Blanca. He estudiado Ciencias de la Actividad física y del Deporte y he dedicado toda mi vida a la enseñanza del cuerpo, a la mejora de la salud del cuerpo a través de la actividad y ejercicios físicos y del deporte, tanto a jóvenes como a adultos. El ejercicio físico es ideal para mejorar nuestra salud del cuerpo y la mente, tanto para su mantenimiento como para la prevención y rehabilitación de dolencias. El ejercicio físico es el medicamento ideal: “¡menos pastillas, más zapatillas!”.
Conocí el NW en el año 2005 en Alemania, me encantó y me convenció como ejercicio ideal, muy completo, un entrenamiento suave y efectivo con una técnica adaptable al objetivo de cada uno. Lo incorporé a mis actividades de clase y pronto se convirtió en el ejercicio principal de mis contenidos. Hasta entonces mi trabajo, tanto en la enseñanza como en mi propio entrenamiento, se había centrado siempre y únicamente en el cuerpo, especialmente orientado a las cualidades físicas: resistencia, fuerza, movilidad, coordinación y velocidad. Sabía que la mente es también importante y que ambos se influyen mutuamente. Pero ahora, si lo pienso, puedo decir que en aquel tiempo no era consciente ni de mi cuerpo y por supuesto ni de mi mente y tampoco consciente de lo que ocurría en mi exterior.
No era consciente. Era un profesor de educación física, un deportista que pensaba que estaba conectado con el cuerpo, pensaba que lo estaba cuidando, educando hacia un objetivo que únicamente se centraba en la mejora, la efectividad, en ganar. Y esto en el futuro con programas y planificación en micro y macro ciclos. Cuando descubrí las enseñanzas de Thây y comencé a practicar la meditación sentado y caminando, los ejercicios de la plena consciencia, las prácticas de trabajar, comer y las demás tareas en plena consciencia y entonces descubrí que no estaba consciente en muchos momentos, sobre todo practicando mis deportes como el Nordic Walking y el Running y tampoco era consciente en el momento de impartir mis clases. No era consciente a la hora de dar un feedback sobre cómo llevar a cabo la técnica correcta, cómo mejorar y cómo guiar a mis alumnos en sus entrenamientos.
Poco a poco aprendí más y más a ser consciente de mi cuerpo y trasladar esta experiencia, este ejercicio hacia mi práctica deportiva, principalmente al Nordic Walking y también al Running. Descubrí que estar en el cuerpo, ser consciente de él, provocaba cambios en mí y en la manera de planificar y de realizar mis clases y entrenamientos. El principio de más es mejor, la teoría de entrenamiento, los métodos y principios, todo por supuesto científico, no sirven de nada si no estamos al 100% atentos a nuestro cuerpo. Nació la idea del Mindful Nordic Walking. Cambió la manera de hablar y de escucharme a mí y mis alumnas y alumnos, las evaluaciones, lo que conocemos como escucha consciente y habla amorosa. Mi manera de transmitir las áreas de mejora cambió hacia más comprensión, compasión, amor y alegría, invitando a mis alumnas y alumnos hacia unas posibles correcciones en la técnica. Me di cuenta de que no siempre hay que corregir las diferentes maneras de movernos, sólo con observar basta. Sobre todo vi que menos es más, difícil en la vida de un deportista, porque siempre quiere entrenar más y mejor. Mi símil hasta entonces era que el cuerpo es equivalente a una máquina, como un coche, y, por lo tanto, se le trata así de funcionar, reparar, revisar, cambiar y mejorar las piezas de su anatomía y basándome sobre todo en las leyes biomecánicas y científicas.
El Mindful Nordic Walking es la manera de practicar un ejercicio físico con atención plena, moviendo más de 600 músculos del cuerpo al aire libre, en la naturaleza durante todo el año. Conectar con mi cuerpo a través de sentir sus posibilidades de moverse. Su postura erguida, sus brazos moviéndose hacia adelante y hacia atrás, la posición de los bastones con los que me impulso y que me convierten en un animal de cuatro patas. La diagonalidad de mi movimiento, el abrir y cerrar la mano, la rotación de mi eje de hombros contra el eje de pelvis y finalmente mi trabajo activo del pie. Todas estas características de una técnica puedo sentirlas conscientemente, creando así bienestar y felicidad en mi cuerpo, para y con mi cuerpo y fuera de él.
Estoy agradecido porque, a través de la práctica de la plena conciencia, he podido convertirme en este experto del ejercicio físico y del deporte que siempre aspiré a ser. Por fin soy plenamente consciente de que sentir mi cuerpo no ocurre por sí mismo. Es de hecho un propio
entrenamiento. La energía del hábito me lleva una y una vez a desconectar me de él, pero cada vez soy más consciente en cuanto ocurre.
Ser consciente de mi cuerpo, estar en mi cuerpo en todas sus dimensiones, dentro y fuera, hace que pueda cuidarlo mejor, estarle sobre todo muy pero que muy agradecido, a sus condiciones, a sus elementos y a su transformación en cada momento. Mi cuerpo es mi casa: la frase “he llegado, estoy en casa“ se refiere a “he llegado a mi cuerpo estoy en casa, que es mi cuerpo”.
L’Alfàs del Pi 23 de febrero 2023
Bernd Goldschmidt (Noble Freedom of the heart) de la sangha de Alfas el captivador
Peregrinar significa orar con los pies
“Camina como si besaras la tierra con tus pies”
En el Camino de Santiago, que transcurre por Suiza (este es el tramo hasta la abadía de Einsiedeln) encontré este letrero. Aún no estaba en la práctica de Thích Nhất Hạnh, sin embargo -cuanto me lo tradujeron- me resultó muy potente, años más tarde supe que era una frase de mi querido maestro, adaptada.
Y es en el Camino de Santiago, donde aprendí a escuchar a mi cuerpo no como un ente separado, todo lo contrario. Después de terminar una jornada de peregrinación, mi cuerpo estaba allí recordando su presencia y pidiendo: atención, limpieza, alimento, cuidados, descanso. Básicamente eso, evidentemente hay excepciones.
Cuando entré en contacto con la práctica, aunque todo era igual en una jornada, a la vez era diferente: notaba el contacto de los pies con los calcetines y la zapatilla y el suelo, eso fue lo que más me llamo la atención, de las otras cosas había sido consciente (mochila, bastones, sombrero, etc.,) pero no solo fue sentir el cuerpo, sino que empecé a vivir cada peregrinación como una auténtica práctica meditativa, no había separación entre meditar caminando o caminar meditando y traer conmigo mis pensamientos, aprendí que se puede traer al momento presente y caminar por y con mis seres queridos, y con Thầy
En octubre de 2019, después de tener un camino tranquilo, donde mi cuerpo no se resintió físicamente y todo fue tan agradable, recorriendo un paisaje tan sobrecogedor, solicité una Compostela “vicari et pro” a nombre de mi maestro, fue muy nutritivo poder caminar y ofrecer esa peregrinación por Él y mi amada comunidad.
Siento gratitud, por todo el aprendizaje y reconocer que mi cuerpo y mente no están separados, que cuidar de uno es cuidar a la otra.
Clara Hernández. (Sangha Amanecer-Madrid)
Chikung con bambú: sanando cuerpo y mente
Hace 8 años no sabía que existía una práctica china llamada Chikung o Qigong, y menos que un monje zen vietnamita la había adaptado a 16 ejercicios acompañados de una caña de bambú. Después de 5 años meditando, mi práctica de la plena conciencia se limitaba prácticamente al momento puntual de la reunión con la sangha. En una de las salidas por el bosque donde solía ir a correr con mi perro, fue donde por primera vez sufrí unos fuertes dolores en el vientre que me impidieron practicar cualquier ejercicio físico durante meses. El médico que me trataba, desde el principio fue pesimista con el diagnóstico, y a lo largo de los días mi estado de ánimo iba de mal en peor. A través de unas personas cercanas tuve conocimiento que durante el último mes del verano se iniciaría en las playas de Sitges y Vilanova una, para mi, desconocida práctica llamada Chikung con bambú. No fue hasta el último día que me decidí a dar el paso de ir a ver de qué se trataba. Desanimada por mi estado físico, y diría que hasta malhumorada, me presenté con mi bastón en la playa. Al llegar, sin mediar palabra, me puse detrás de las dos personas que guiaban con entusiasmo cada movimiento, y en cada descanso entre ejercicio y ejercicio iba sintiendo una incipiente alegría que iba transformando mi estado de ánimo. Al finalizar, con una extraña sensación de calma, tomé la determinación de aceptar la propuesta de continuar practicando Chikung hasta que llegara el frío. El invierno llegó, luego la primavera y le siguió el verano…
Después de casi 8 años, ni el frío, ni el calor, ni siquiera el confinamiento, han sido un obstáculo para que semana tras semana más personas se fueran sumando a esta maravillosa práctica que ya nunca me ha dejado de acompañar. Durante este período, una caña de bambú ha sido mi mejor aliada para profundizar en la plena conciencia de la respiración en cada movimiento. Acudir con diligencia a la práctica me ha ayudado a cultivar esa sana armonía con la naturaleza y esa estabilidad que tanto necesitaba. Echando la vista atrás, sin darme cuenta en qué momento, ahora soy consciente de cómo muchos aspectos fundamentales de mi vida han dado un giro de 180º a lo largo de estos años. Mi vida, emocional, profesional, mi entorno y mi salud han ido encontrando un equilibrio y una armonía simplemente inimaginable para mí aquel día que perdida iba caminando hacia la playa para descubrir una nueva práctica que me iba a cambiar la vida. Cultivar las condiciones para ser feliz, que tanto nos recuerda Thay a través de los Gathas – la frescura, la solidez, la transparencia, la libertad – es posible con la práctica regular de Chikung con bambú, tal y como atestiguan los cientos de personas que han decidido acompañar su camino con esta práctica frente al mar.
Una práctica al alcance de todos que se inició en los monasterios zen en la tradición de Thich Nhat Hanh, para continuar imparable por todo el mundo.
Mafer Blanco Sangha Del Banbú, Sitges, Barcelona.
Medicina actual y cuidado del cuerpo: Lo que me ha enseñado el budismo
En medicina, entre el punto de vista de oriente y el punto de vista de occidente, hay en general una diferencia muy grande.
Para nosotros, los occidentales, el cuerpo, y yo he tenido que estudiarlo mucho, es una parte material de nuestra experiencia que tiene trascendencia, pero no tiene ni mucho menos el aspecto espiritual que tiene en un enfoque budista. Thay lo explica muy bien en numerosas enseñanzas. Para el budista, el cuerpo es una fuente de información para saber como está a través de las sensaciones, los sentimientos… Es una fuente de transformación y curación.
Desde el punto de vista budista, mente y cuerpo son uno. Por contra, en el mundo occidental o, como a mí me lo han enseñado y a menudo lo vemos, digamos que cada uno va por su lado. Y claro, es precisamente cuando somos conscientes de que mente y cuerpo son uno, y lo observamos, meditamos y reflexionamos, que nos curamos. Tal y como Thay repite una y cien veces, con la respiración unificamos el cuerpo y la mente y luego obtenemos el fruto de ello. Es ahí donde está el bienestar. Dónde está el momento presente, exactamente ahí. Por eso esa es la base de nuestra práctica y muchos estamos aquí´meditando. Si estamos caminando por aquí, pero mi mente está en un problema que tuve ayer o una ansiedad de mañana, ahí están disociados mente y cuerpo y no puede haber bienestar. Solo malestar, tensión y sufrimiento. Esta es nuestra sota, caballo y rey. Respirar y unir la mente y el cuerpo. Para mí esta diferencial es crucial. El énfasis en la unicidad de cuerpo y mente que tiene el budismo y de la que carece la visión occidental.
Por otro lado, en la filosofía budista se enseña mucho a amarlo y cuidarlo. Esto me da un poco de vergüenza decirlo, yo siendo médico, pero realmente quién me ha enseñado a cuidar, aceptar, querer y tener un sentimiento profundo hacia mi cuerpo han sido los monjes de Plum Village, esa es la verdad. La relación tan íntima que tengo con mi cuerpo, de tanto afecto, amor y aceptación, la he aprendido, no con mis estudios de medicina, sino gracias a los budistas. Que me perdonen mis profesores de la universidad. Para mí el budismo ha sido impresionante en mi aprendizaje sobre el cuerpo. La importancia central que le dan al budismo al cuerpo como parte esencial para nuestro bienestar y nuestra felicidad. Por ejemplo, tenemos los primeros cuatro ejercicios del sutra de la respiración (Anapanasati Sutra) en que el cuerpo es una parte esencial para poder acceder a nuestro interior. Y todavía se desarrolla mucho más la observación del cuerpo en el Satipatthana Sutra, en los cuatro establecimientos de la mente. Ahí no solo da ejercicios de práctica del cuerpo en relación con la respiración, sino también más allá para darnos todas las opciones de unir cuerpo y mente. Por ejemplo, la observación del cuerpo en las diferentes posiciones (sentados, de pie, en movimiento…) y además observar las 36 partes de la anatomía del cuerpo, una a una. Ahí es cuando encarnamos nuestros cuerpos. La verdad es que ese ejercicio me encanta. Me lleno de mí mismo cuando me observo cada uno de mis partes y me respiro cada una de ellas. Ahí es cuando tengo una conciencia clara de que yo siento y ocupo mi cuerpo.
Esto fuera del budismo no se contempla así porque no existe esa enseñanza ni esa sabiduría. Sí que es cierto que en los últimos años, como no a través de la influencia del budismo, se habla ya de la medicina de cuerpo y mente y hay científicos y científicas que llevan años diciéndolo. Pero esto todavía no ha calado profundamente en la medicina actual. Está empezando pero muy despacito. Esto es lo que ha hecho, por ejemplo, Daniel Siegel o Jon Kabat-Zinn. Pero es que esa es la realidad de la vida y yo creo que algún día llegara, que esto se contemplará así como hace la filosofía budista.
Manuel Ruiz, Sangha de Murcia