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Los fundamentos de una ética global

Ayer hablamos sobre volver al momento presente. Hay algunos que dicen: «Sé que el momento presente es muy aburrido». Estas personas están acostumbradas a estar en el pasado, a estar atrapadas por el pasado, a vivir en un mundo de recuerdos. O sueñan con el futuro, esperando cosas que pueden ocurrir. No han estado realmente en el momento presente. Cuando dicen: «Sí, conozco el momento presente y es aburrido», significa que nunca han estado realmente en el momento presente. ¿Por qué? Porque no tienen esa costumbre. Están acostumbrados a vivir en el pasado y consideran al pasado su hogar. Siempre se deslizan hacia el pasado y se preocupan de asuntos del pasado. Temen lo que temían en el pasado, etcétera. Tienen la impresión de que el pasado es su hogar. Están habituados a él, se siente más a gusto en el pasado. Pero el presente es la vida, es un mundo por descubrir. Tu cuerpo está ahí, en el momento presente. Tu vida está ahí, en el momento presente. Y el mundo está ahí, en el momento presente. Por eso es tan importante regresar al momento presente, para vivir realmente nuestra vida.

Cuando oímos el sonido de la campana sabemos el significado de ese sonido. El sonido de la campana se creó, se ideó, para ayudarnos a dejar el pasado, el futuro y regresar al momento presente. El sonido de la campana no viene del exterior, viene de nosotros. Hemos acordado que cada vez que oímos el sonido de la campana detenemos nuestro pensamiento, detenemos nuestra conversación. Inspiramos en plena conciencia, somos conscientes de la inspiración, sonreímos y regresamos al momento presente. Así que el sonido de la campana es un amigo que nos recuerda que hay una vida que vivir, y que la vida debe ser vivida en el momento presente. Hemos de vivir la vida.

Cuando escuches la campana puedes dejar que el sonido de la campana penetre profundamente en cada célula de tu cuerpo. Permites, invitas a todas las células de tu cuerpo a unirse a ti escuchando la campana. Porque el sonido de la campana puede penetrar hondo en cada célula. Sabemos que todos nuestros antepasados y ancestros espirituales, como Buda, Jesús, Mahoma, Abraham, están aún vivos en cada célula de nuestro cuerpo. Invítalos a todos a escuchar la campana al mismo tiempo. Todos nuestros ancestros están vivos en cada célula de nuestro cuerpo. Cuando escuchamos la campana profundamente todos nuestros ancestros escuchan la campana en ese instante. Habrá plena conciencia, concentración y paz para todos. Escuchar la campana es una práctica muy profunda. Si escuchas de este modo, la paz y la felicidad son posibles durante el tiempo de la escucha.

El sonido de la campana ayudará a detener todo tipo de preocupación, miedo, pensamiento e imaginación. El sonido de la campana nos ayuda a traer de regreso la mente a nuestro cuerpo. Así estaremos totalmente presentes en el aquí y el ahora. Escuchar la campana es una práctica muy agradable, y una práctica profunda. Cuando escuchas la campana, lo primero que haces es detenerte. ¿Detener qué? Están ocurriendo muchas cosas. Está el hablar, está el pensar, está el sentir. Detenerse es una parte muy importante de nuestra práctica. Samatha es detenerse. Hay un hábito, una energía llamada energía del hábito que está en nosotros. Siempre está empujando. Creemos que la felicidad no es posible en el momento presente. No sabes cuándo empezó este tipo de hábito, pero hay un hábito: pensar que la felicidad no es posible en el aquí y el ahora, que tenemos que ir a buscar la felicidad en algún otro lugar o en el futuro. Es la energía del hábito en todos, y por eso hemos estado corriendo. Sabemos que nuestros padres lo han hecho también. El hábito de correr nos ha sido transmitido por nuestros padres, y nuestros padres lo recibieron de nuestros ancestros. Así que es un hábito antiguo. Un hábito muy antiguo. Creemos profundamente que si nos vamos al futuro podremos obtener más condiciones para nuestra felicidad. Y por eso hay una carrera, una tendencia a correr siempre hacia el futuro buscando la felicidad. No estamos a gusto en el momento presente. Por eso parece que el momento presente es aburrido. En parte a causa de ese tipo de energía del hábito. Así que cuando oímos el sonido de la campana se supone que detenemos ese tipo de energía del hábito.

Deberíamos producir la visión profunda de que todo lo que buscas, incluso tu libertad, tu felicidad, tu alegría, incluso la Tierra Pura de Buda, el Reino de Dios, debería ser encontrado en el momento presente. Esta es una reacción, un tipo de respuesta muy fuerte a ese tipo de energía del hábito. Detenerse de esta manera no es fácil. Recuerdo una vez, cuando fui a la India a ayudar a organizar retiros para los intocables. Varios millones de ellos han abrazado el budismo porque creen que el budismo es el único camino que puede ayudarles a salir de la discriminación. Son la clase más baja en esa sociedad. Han sido discriminados durante muchos miles de años. Había un señor que pertenecía a la Sociedad Budista. Era originario de esa clase, de los intocables, los dalit. Posee un apartamento en Nueva Delhi, tiene una familia, tiene una vida confortable en lo material, pero aún tiene muchos hábitos de su casta. Yo estaba sentado en el autobús. Íbamos hacia el sur. Yo disfrutaba de mirar por la ventana, disfrutaba del paisaje de la India. Cuando me giré hacia él vi que estaba sentado de forma muy tensa. No disfrutaba. Mientras yo disfrutaba de estar en el bus, del paisaje indio, lo vi muy tenso. Le dije: «Querido amigo, sé que estás deseando hacer mi visita agradable y feliz. Sabes que me siento muy bien y muy feliz ahora. Así que, por favor, relájate. Siéntate hacia detrás y relájate. No te preocupes». Él dijo: «De acuerdo». Así que se sentó hacia atrás y se relajó. Yo miré de nuevo hacia afuera, por la ventana, disfrutando otra vez. Pocos minutos después volví a mirarle y estaba tan rígido como antes. Porque ese tipo de preocupación, esa sensación, ese tipo de tendencia de luchar siempre, le había sido transmitida por muchas generaciones de ancestros. Y no es tan fácil el detenerse, simplemente.

Necesitas un amigo para recordarte que te detengas. Necesitas el sonido de la campana. Necesitas compañeros de práctica que a veces te ayuden a parar. No quieres luchar contra ello, porque es imposible combatir esa energía del hábito. El método prescrito es reconocer la energía del hábito. El sonido de la campana, o un amigo, o tu respiración consciente te dirán que la energía del hábito está ahí, y una vez que la reconozcas tan solo le sonríes: «Hola mi querida energía del hábito, sé que estás ahí». Cuando dices algo así, cuando respiras y dices algo así, te liberas de ello. Cada vez que regrese, haz lo mismo. Tan solo reconoce la energía del hábito. Esa práctica se llama simple, mero reconocimiento. No has de luchar.

Hace años, había un joven practicante estadounidense que vivía en Upper Hamlet. Durante las primeras semanas de su estancia en Upper Hamlet estaba muy concentrado. Rodeado por monásticos y practicantes laicos, estaba protegido y apoyado en su práctica. Así que le era fácil permanecer en el momento presente y disfrutar de caminar y sentarse, y trabajar con los miembros de la comunidad de Upper Hamlet. Un día se celebró la fiesta de Acción de Gracias. Cada grupo perteneciente a una nación debía cocinar un plato nacional para ofrecerlo al altar de los ancestros. Él pertenecía al grupo de Estados Unidos, y ese grupo le pidió que fuera de compras. Así, se fue a Saint-Foy-la-Grande de compras para su grupo. Durante el tiempo que pasó en el mercado no se sintió en calma. Intentaba hacerlo todo rápidamente para acabar, y se sorprendió, porque durante las últimas tres semanas no había tenido esa sensación, la tendencia a correr, a acabar deprisa. Pero tuvo tiempo de inspirar y preguntarse por qué esta actitud, ese comportamiento, esa sensación había aparecido. Sabía que durante las últimas tres semanas había estado rodeado de buenos practicantes que le protegían, que le mantenían en el momento presente. De pronto vio algo. Esa era la visión profunda que tuvo mientras inspiraba. Reconoció a su madre, porque su madre es siempre así, siempre corriendo, tratando de hacer las cosas rápido para acabar. Vio esto, esa era su visión profunda. Y dijo: «Hola, mamá. Sé que estás ahí». Y de pronto esa sensación, esa energía de correr no pudo hacerle nada.

Solo reconócelo y serás libre. Este es un método de práctica llamado mero reconocimiento. No has de luchar, solo reconocerlo: «Hola, querido amigo. Sé que eres un viejo amigo, te conozco». También Buda practicaba así. Incluso después de la iluminación Buda siguió practicando. Porque la práctica alimenta tu felicidad, tu paz, tu alegría. Buda practicaba como nosotros lo hacemos.


Cuando yo era monje novicio aprendí cómo invitar la campana. Antes de invitar la campana has de prepararte. Se supone que eres el maestro de la campana. Has de prepararte a ti mismo por la manera de inspirar y espirar. Hay un breve poema para que lo memorices y practiques con la respiración si quieres ser un maestro de la campana. El gatha dice así: «Cuerpo, palabra y mente en perfecta armonía». El segundo verso es: «Envío mi corazón con el sonido de esta campana». El tercer verso es: «Que todo el que me escuche despierte de su olvido». El olvido es lo opuesto a la plena conciencia. Plena conciencia es unión de mente y cuerpo, y permaneces totalmente en el momento presente. El olvido es justo lo opuesto: cuerpo y mente separados, no estás en el momento presente. No sabes lo que está pasando en tu interior y a tu alrededor. «Que todo el que me escuche despierte de su olvido y trascienda el camino de la ansiedad y el dolor». Este es el cuarto verso.

El monje novicio sostiene el invitador (no lo llamamos palo) inspirando y espirando con el gatha, el breve poema:

Cuerpo, palabra y mente en perfecta armonía,

Envío mi corazón con el sonido de esta campana.

Que todo el que me escuche despierte de su olvido

Y trascienda el camino de la ansiedad y el dolor.

Después de haber inspirado y espirado dos veces me siento en calma. Me siento concentrado. Me siento preparado. Estoy capacitado para ser maestro de la campana. Entonces invito la campana a emitir medio sonido.

 

El medio sonido es para avisar, para avisar a la campana y a la gente de que viene un toque pleno. Este es un medio sonido. Así, al principio practicas una respiración, el primero y el segundo verso del poema. Y entonces practicas de nuevo inspirar y espirar con el tercer y cuarto verso del poema. Entonces invitas medio sonido de la campana. Tradicionalmente creemos que el sonido de la campana viene de dentro, que es nuestro Buda interior llamándonos para que regresemos al aquí y al ahora. Tienes que presentar tus respetos a Buda. Buda te llama, el Buda interior te está llamando y has de detenerte, dejar de hablar, dejar de pensar, impedir que la energía del hábito te empuje a correr. Has estado corriendo toda tu vida.

Cuando alguien escucha el medio sonido sabe que el sonido real, el sonido completo de la campana se va a oír. Y se prepara para la recepción del sonido, la voz de Buda desde el interior. Así, todo el mundo practica inspirar y espirar al menos una vez. Y esa inspiración y espiración es para ayudar a detenerse. Puedes tardar seis u ocho segundos en practicar el detenerte. Imagina personas practicando la inspiración y espiración y deteniéndose. La energía de detenerse es muy poderosa. Y como maestro de la campana has de ser generoso. Debes dar a los demás el tiempo suficiente para que se preparen a parar completamente, a estar preparados para recibir el sonido completo de la campana, la voz de Buda saliendo de nuestro profundo interior.

Cuando todo el mundo está preparado el maestro de la campana invita el sonido completo. Después de escuchar el primer sonido completo tenemos tiempo para disfrutar de tres inspiraciones y espiraciones. La práctica puede ser muy profunda. Inspirando, puede que quieras decir: «Escucho, escucho de verdad. Escucho con todo mi cuerpo, con todas las células de mi cuerpo. Invito a todos mis ancestros a escuchar conmigo. Mis hijos y sus hijos, aunque no se hayan manifestado, ya están en mí, y los invito a todos a escuchar conmigo». Así que todo el cosmos escucha. «Escucho, escucho de verdad, este maravilloso sonido me lleva de regreso a mi verdadero hogar». Mi verdadero hogar no es el pasado. Mi verdadero hogar no es el futuro. Pasado y futuro solo son fantasmas, espíritus. Mi verdadero hogar es el momento presente. El sonido de la campana te lleva de regreso al momento presente. Y tu inspiración y espiración te ayudan a que regreses al momento presente. Tocas las maravillas de la vida en el momento presente.

Como maestro de la campana sabes que la gente necesita tiempo para disfrutar de sus tres respiraciones. Existen personas cuya respiración es más larga que la nuestra. Así que es mejor para el maestro de la campana dejar algunos segundos más para que todo el mundo tenga tiempo de sobra para disfrutar de tres inspiraciones y espiraciones. Tu inspiración puede durar tres, cuatro segundos o más. Y tu espiración puede durar más, cinco o seis segundos. Disfruta de tu inspiración y disfruta de tu espiración tres veces. Y entonces esperas un poco más porque eres un maestro de la campana compasivo. Quieres realmente que la gente disfrute. Porque respirar así es muy agradable. Te da paz, calma, placer, a ti mismo. Entonces invitas la campana a sonar por segunda vez. Y de nuevo, tres inspiraciones y tres espiraciones. Después el tercer sonido completo y de nuevo tres inspiraciones y tres espiraciones. Ahora puedes dejar el invitador e inclinarte ante la campana.

 

 

Hay muchas campanas. En Plum Village durante la meditación caminando nos solemos detener cuando oímos sonar la campana de la iglesia. Cada aldea está rodeada de pueblos, y cada pueblo tiene una iglesia. La gente todavía invita la campana de la iglesia a mediodía. Así que durante la marcha, si oímos la campana de la iglesia también nos detenemos y disfrutamos de inspirar y espirar.

Esta es una campana pequeña. Puede que os guste tenerla en casa para practicar. También tiene una almohadilla, pero puede que te guste ponerla sobre la palma de tu mano. Puedes visualizar tu mano como una flor de loto. Esta es una joya en el corazón de la flor del loto. Puede que te guste cogerla así a la altura de tus ojos. La miras y practicas la respiración consciente con el gatha: «Cuerpo, habla y mente en perfecta armonía envío mi corazón con el sonido de esta campana. Que todo el que me escuche despierte de su olvido y trascienda el camino de la ansiedad y el dolor.» Entonces invitas el medio sonido, inspiras y espiras y permites a los demás prepararse para recibir el sonido. E invitas la campana a sonar. Así, en tanto que practicantes, podemos respirar de tal manera que la paz penetre profundamente en cada célula de nuestro cuerpo. Esto es posible. Permitimos que todas las células de nuestro cuerpo escuchen, no solo nuestra mente.

La mente también está hecha de células, formaciones mentales. Cada vez que hay formaciones mentales en nosotros les permitimos escuchar la campana. Bien sea una preocupación, ira, miedo, o apego, permitimos a las formaciones mentales internas, las invitamos, a escuchar la campana con nosotros. Y todo el mundo se beneficiará.

Así como una flor está hecha de elementos no-flor, nosotros estamos hechos de elementos no- nosotros. Estamos hechos de la cultura de los ancestros, de la comida, el aire, el agua, etc. Estamos hechos de forma, sensaciones, percepciones, formaciones mentales y conciencia. Y tú invitas a cada componente a escuchar profundamente la campana. Hay una forma de escuchar que puede aportar paz profundamente dentro de cada célula de tu cuerpo y de tu mente.


Cuando practicamos la meditación caminando hacemos lo mismo. Caminamos con nuestra mente y nuestro cuerpo unidos. Deberíamos estar plenamente presentes en cada paso. Deberíamos estar ahí en cada paso, totalmente presentes. Estoy ahí, estoy realmente ahí. Cuando estés solo puede que quieras probar el paso lento. Cuando inspires da un solo paso, y cuando espires da un solo paso. Puedes hacerlo muy despacio porque estás solo. Puedes ir tan despacio como puedas permitírtelo, tan despacio como quieras. Inspirando puede que quieras decir: «He llegado, he llegado». Quiere decir que he llegado al momento presente, al aquí y el ahora. Y esto no es una mera declaración verbal. Es una realización. Tienes que llegar de verdad. Significa que tienes que ser capaz de detener la carrera completamente. Sabemos que la carrera sigue, incluso mientras duermes, en sueños sigues corriendo. Reconocemos esa energía del hábito de correr en nosotros. Así que este paso es para detenerla. He llegado. Ya no corro más. Ya no quiero correr más. He llegado significa que ya no quiero correr más. He estado corriendo toda mi vida. Ahora quiero detenerme y disfrutar de la vida en el momento presente. Así que he llegado tiene un significado muy profundo, un deseo profundo. He llegado. Y da este paso de manera tal que puedas llegar de verdad. Esto es un reto. Si has llegado de verdad, lo sabrás. No necesitas ningún Buda que te lo diga.

Para llegar de verdad necesitas una firme plena conciencia y concentración. Has de emplear el 100% de tu cuerpo y de tu mente en dar un paso para llegar de verdad. Para llegar al 100% deberías invertir el 100% de tu cuerpo y el 100% de tu mente. Lo que significa que tu plena conciencia, tu concentración, deberían ser fuertes para realmente llegar al aquí y el ahora. Si sientes que no has llegado al 100%, que has llegado en parte, como en un 40% o 60%, no des otro paso, tan solo quédate ahí. Hasta que llegues. Rétate a ti mismo. Sigue respirando. Esto es una revolución. Rétate a ti mismo. Si no puedes llegar ahora, ¿cuándo llegarás? Eres un hombre, eres una mujer, y te retas a ti mismo. Si no puedo llegar ahora, ¿cuándo seré capaz de llegar? Así que quédate ahí hasta que sientas que has llegado totalmente. Y el universo entero será testigo de esa llegada. Imprimes el sello de la llegada en el suelo. Y todos los Budas y bodhisattvas y todos los seres vivientes sabrán que esta es una auténtica llegada. Has llegado realmente. Y cuando hayas sido capaz de llegar completamente, sonríe. Sonríe una sonrisa de victoria. Y da otro paso. Si puedes dar un paso puedes dar dos o tres. Pero lo esencial es que has logrado dar el primer paso, llegar. He llegado no debería ser una declaración verbal, debería ser una realización total. Y has de ser muy consciente de tu paso, de tu respiración, has de invertir el 100% de tu cuerpo y de tu mente en dar el paso para que puedas llegar de verdad.

Eso es algo que podemos permitirnos, porque siempre podemos concedernos 10 o 15 minutos para hacer lenta meditación caminando. Eliges una distancia desde este árbol a aquella roca, quizá 10 o 15 pasos. Puedes disfrutar de cada paso desde la roca hasta el árbol, desde el árbol hasta la roca aprendiendo a tocar profundamente el momento presente. He llegado, estoy en casa. Mi hogar no es el pasado, mi hogar no es el futuro, mi hogar está en el aquí y el ahora. Y caminar de esta forma es un medio maravilloso para aprender a detenerse. Detenerse es una parte muy importante de la práctica de la meditación. Cuando llegas realmente ya no sientes que el momento presente sea aburrido. De hecho, entrarás en contacto con todas las maravillas de la vida que están ahí. La energía de la plena conciencia y la energía de la concentración te ayudan a tocar de verdad el momento presente. Y cuando tocas el momento presente, tocas todas las maravillas de la vida.

Descubres que la Tierra Pura de Buda y el Reino de Dios están a tu alcance en el aquí y el ahora. Para los practicantes budistas diría que si estás buscando la Tierra Pura, búscala en el aquí y el ahora. La Tierra Pura es ahora o nunca. A los amigos cristianos les diría que si están buscando el Reino de Dios, deben buscarlo en el aquí y el ahora. Y les digo que el Reino es ahora o nunca. Por eso el momento presente es una puerta abierta a todas las maravillas, incluyendo el Reino de Dios, la Tierra Pura de Buda. Buda, Jesús, tu libertad, tu felicidad, deberías también encontrarlas en el momento presente. Por eso la práctica, la práctica sincera, debería ayudarte a regresar al momento presente.


El camino de Buda puede ser comprendido en términos de energía. Y sabemos que la energía de la plena conciencia es la energía que hemos generado durante nuestra práctica. Esta es la práctica de base. La plena conciencia es la energía que nos ayuda a estar ahí, establecidos en el momento presente. La plena conciencia nos ayuda a traer de regreso la mente al cuerpo. La plena conciencia nos ayuda a estar realmente presentes, realmente vivos, y a tocar las maravillas de la vida que están disponibles en el momento presente. La plena conciencia nos ayuda a estar atentos a lo que está pasando, nuestra felicidad y también nuestro sufrimiento. Porque la plena conciencia nos ayuda a tratar nuestra alegría y a tratar nuestro sufrimiento, a tratar el sufrimiento del mundo y a trabajar por la felicidad del mundo. Y la energía de la plena conciencia lleva consigo la energía de la concentración. Cuando eres consciente de algo estás de alguna manera concentrado en eso. Si preservas tu plena conciencia, si mantienes tu plena conciencia viva sobre algo estarás concentrado en ello. Y cuanto más concentrado estés en ello más consciente de ello serás. Así, estos dos tipos de energía se apoyan mutuamente.

Cuando tu plena conciencia y tu concentración son lo bastante poderosas empiezas a obtener visión profunda (insight). Visión profunda es iluminación. Es comprensión. No debes practicar ocho años para alcanzar la iluminación o visión profunda. La visión profunda puede ser un asunto de cada día. Siempre que hay plena conciencia ya hay algo de visión profunda. Supón que estamos inspirando. Como estás inspirando en plena conciencia la respiración consciente ya es visión profunda. Porque todo el mundo respira pero no todo el mundo es consciente de que está inspirando. Y tú eres consciente de que estás inspirando. Eso ya es visión profunda. Eso ya es iluminación, eso ya es despertar. Y cuando inspiras en plena conciencia puedes darte cuenta de que estás vivo. Porque si no estuvieras vivo no podrías inspirar. Al inspirar en plena conciencia alcanzas la visión profunda de que estás vivo, aún vivo. Y estar vivo es algo muy importante, es un milagro, es el mayor de todos los milagros: que estar vivo es maravilloso y que puedes disfrutar de la vida. Puedes inspirar de tal manera que tu inspirar sea una celebración. Celebras el estar vivo a través de tu inspiración. Así, la práctica de la respiración consciente puede ser muy profunda porque aporta plena conciencia, aporta concentración y aporta visión profunda.

Con visión profunda sabemos qué hemos de hacer y qué no hemos de hacer. Qué decir y qué no decir, qué pensar y qué no pensar. Por eso, estos tres tipos de energía que generas en tu práctica son la base de toda ética. No puedes hablar de moralidad, no puedes hablar de un código de comportamiento, no puedes hablar de ética budista sin hablar de plena conciencia, concentración y visión profunda. Es con la energía de plena conciencia, concentración y visión profunda con lo que puedes construir un camino, puedes encontrar un camino, puedes construir un camino y ofrecerlo a la humanidad. Un camino que lleve a la paz y a la felicidad. Un camino de transformación y sanación. Por eso es tan importante que reflexionemos sobre la cuestión de la ética global en términos de la práctica. La práctica, nuestra práctica básica, es la práctica de generar la energía de la plena conciencia, concentración y visión profunda. Y la visión profunda traerá compasión, traerá amor, traerá armonía, traerá paz.

La palabra moralidad, ética, su equivalente en chino es “Tao De“. Tao es el camino, la manera. Estamos hablando del camino de Buda, la manera de Buda. Y sabemos que la manera de Buda está hecha de plena conciencia, concentración y visión profunda. Tan simple, tan sencillo. Hemos oído hablar del noble camino, el noble óctuple camino. Pero la palabra Tao en la cultura chino-vietnamita también significa verdad. No solo la manera, sino la verdad. Cuando decimos “realizar el camino” significa “alcanzar la verdad”. Así que Tao significa el camino y también la verdad. Y a veces significa realidad última. De significa virtud, como el perdón, como la compasión, como la tolerancia, como la hermandad, todas las cosas buenas que todos necesitamos. El camino debería poder producir ese tipo de virtudes que nos ayudarán a transformar y a aportar una vida feliz a todo el mundo.

En este retiro hablaremos, aprenderemos acerca de la enseñanza de las cuatro nobles verdades. Porque la enseñanza sobre las cuatro nobles verdades es la base de la enseñanza budista. La primera verdad es el malestar. La segunda verdad es la producción del malestar. La tercera verdad es el cese del malestar. Y la cuarta verdad es el camino que lleva al cese del malestar. Este también se llama el noble óctuple camino.

Lo primero que hemos de decir acerca de esta enseñanza es que el interés fundamental de Buda es cómo gestionar el malestar. El malestar es una realidad. Hay sufrimiento interno y hay sufrimiento a nuestro alrededor. Y en vez de hablar sobre cómo se creó el mundo, cuánto puede durar la Tierra, etc., Buda quisiera llevar nuestra atención al hecho de que el sufrimiento está ahí. Y podemos hacer algo para aliviar el sufrimiento interno y el de nuestro entorno. Esta es la primera característica de la primera enseñanza dada por Buda. Cómo tratar el sufrimiento, cómo tratar el malestar en nosotros y en el mundo. Este es el principio de la enseñanza budista sobre ética global.

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